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miércoles, 3 de enero de 2018



ENCUENTRO INTERGENERACIONAL DE ARTE Y CULTURA

Ismael García C.

La actividad que hemos planificado y efectuado por primera vez, se realizó como un esfuerzo cohesionador, de acercamiento sin compromisos políticos proselitistas entre las personas que forman parte de un sector social que se mantiene disperso, pero que es muy activo en cuanto a la producción de imágenes artísticas propias o a la recreación de otras y en contacto con la comunidad, a través de quienes se vuelven participantes directos como público o indirectos cuando llegan a enterare de estos acontecimientos.
Quienes acudimos al encuentro nos dimos cita en un restaurante ubicado en la segunda calle poniente, entre la catedral de la ciudad de Santa Ana y el parque Menéndez, se trata de hombre y mujeres mayores, señoritas y caballeros jóvenes que se dedican a la labor poética, a cantar, a tocar instrumentos musicales, a actuar, a dibujar y pintar. Incluso acudieron niños que observaron, dialogaron y comieron en un ambiente limpio, ordenado, agradable y acogedor.  
Se trataba y se trata  de reunir al menos por unas horas a los jóvenes aristas y trabajadores de la cultura de ayer, a los que aún seguimos esperando el turno de un reconocimiento social digno de la tala de nuestra labor, de nuestra trayectoria sostenida en el tiempo por lo general sin más recursos que los propios y sin más tiempo que el marginal, en el que le quitamos a nuestro descanso, a nuestra familia y a nuestra salud, embebidos en nuestra entrega a una causa sin mayores estímulos que los aplausos, los agradecimientos y algún refrigerio o colaboración cuando bien nos va y sin contar, llegado el momento, con seguridad social o con fondos de jubilación aunque nos llegue la edad del retiro, pues es muy difícil en nuestro país que un artista o un gestor cultural viva de lo que más le gusta.
Se trata también de que los jóvenes que están trabajando hoy en el mundo del arte y la cultura en este pequeño y limitado espacio nacional tengan un momento de contacto con los artistas y trabajadores de la cultura popular más experimentados, para que reflexionen sobre lo arduo y tesonero que debe ser su propio esfuerzo creativo o  de gestión y que tomen en cuenta el valor preventivo que el arte tiene con respecto de la violencia, de su capacidad terapéutica, estética, ética y social.
El artista no debe limitarse a satisfacer necesidades no solo personales en el sentido de una economía de subsistencia, de expresiones de necesidades e inquietudes personales, sino también en función social, en razón de aportar y fortalecer a nuestra identidad en el sentido cultural salvadoreño, para aportar a la educación y al desarrollo de nuestra localidad, de nuestro país y de la región del mundo en la que nos ha tocado vivir y convivir, a partir de nuestras propias vivencias y experiencias, teorizando no solo sobre las experiencias y los cánones teóricos sobre las artes surgidos en otros contextos, producto de la reflexión sobre la realidad cultural que le tocó vivir a los grandes predecesores del arte, lo cuales en ningún momento deben ser desdeñados, pero es nuestro deber tropicalizarlos y actualizarlos, es decir, hacerlos nuestros y que se posibilite el cumplimiento de su función en nuestra cultura, sin caer en verlos como figuras mesiánicas poseedoras de la verdad absoluta ni caer en posturas malinchistas.
Por supuesto que llevar a cabo un encuentro como este al cual me refiero en estas notas implicó una preparación previa, trabajo y gestión para coordinar un plan de trabajo, contar con caballetes aunque fueran prestados, transporte, equipo de sonido y una inversión para costearse llamadas telefónicas, tarjetas de invitación, diplomas enmarcados y almuerzos. Debo destacar que el monto económico fue gestionado por jóvenes de cuarto año de la carrera de Licenciatura en Ciencias de la Educación de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, todos ellos muy activos y que a su vez involucraron a otros jóvenes,  perseverantes y con inquietudes para las artes como ellos y dispuestos a costearse su almuerzo.
 No acudieron algunos de los invitados que esperábamos, ni invitamos  a algunos porque la red social real hay que construirla o reconstruirá, pero una cincuentena de personas acudimos al encuentro y debemos de reconocer que quedamos muy satisfechos de los resultados.  
Hacer posible que estos encuentros de carácter popular, bien presentables y a la vez con un buen decoro y sensibilidad estética tengan continuidad  requerirá más esfuerzo y nueva gestión, pero valió la pena el resultado. Es el primero y el único que se conoce hasta ahora en nuestra ciudad, como expresaba el psicólogo y pintor santaneco Rony Lester Herrera, quien reconoció que se acercó al evento con dudas, pues en general tendemos a trabajar separados, como si no viviéramos en la misma ciudad o como si nos conociéramos desde mucho antes; este artista declaró sentirse bien recibido y junto a él su familia de pintores y de profesionales en formación o en sus primeros pasos y espera que este encuentro no será el último.  
Por nuestra parte, hemos convenido como miembros de la Asociación Gato para el Arte y la Cultura, quienes somos aprendices de profesionales, de gestores cultuales y de artistas de toda la vida, y que también somos una familia, que le daremos continuidad a este esfuerzo y, por de pronto, pensamos realizar una actividad de acercamiento un tanto más privada con la vieja generación de artistas y trabajadores de la cultura que conocemos para no perder los contactos y preparar condiciones para un nuevo encuentro ampliado.
Santa Ana, El Salvador, 11 diciembre de 2017.                                                     
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Jorge Ismael García Corleto es escritor, presidente de la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, y en Educación y master en Educación Superior; trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.

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