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viernes, 12 de mayo de 2023

LA SALUD MENTAL DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA

 

Jorge Ismael García C.

La pandemia de COVID-19 agudizó la crisis económica, afectó hasta a 1.600 millones de alumnos al cierre de las escuelas, incrementó la crisis educativa y la desigualdad en la educación. La pandemia aumentó los factores de riesgo de afecciones mentales, las desigualdades en el acceso a servicios de salud mental y al apoyo psicosocial.

Circunstancias prolongadas contra la integridad personal –violencia, pobreza y falta de oportunidades. El maltrato a los estudiantes o entre los estudiantes, consumo de sustancias psicoactivas como tabaco, alcohol y otros, el aislamiento social, la pobreza y el temor de que se conozca su malestar emocional afectan la salud mental.

Los eventos súbitos rebasan las capacidades de adaptación de la persona y pueden causar mayores efectos negativos en la niñez o en la adolescencia. Los hechos violentos en el colegio, en sus alrededores, en la familia o la comunidad, las catástrofes, el deceso o enfermedad grave de amigos, familiares o maestros, pueden afectar la salud mental.

Un programa integral de salud mental y apoyo psicosocial en la escuela, que incluya desarrollo de capacidades de los educadores y programas y servicios que presten apoyo, tributa a mejorar el rendimiento académico. Implica aprendizaje centrado en el estudiante, la acción participativa comprometida de aprender a aprender con buenos resultados, metacognición y protagonismo, retiene estudiantes, reduce la violencia contra los pares o autolesiones, mejora la salud mental y el bienestar psicosocial.

Se debe adquirir estrategias que prevengan afectaciones a la salud mental. La institución educativa puede compensar desigualdades y problemas en el contexto familiar y sociocultural adverso, aportar seguridad para afrontar: pérdida, temor, angustia y violencia. La estabilidad, la organización y la colaboración, promueven habilidades interpersonales positivas, identidad, autoestima, pertenencia y participación social, esperanza y alivio ante las crisis y las adversidades, permiten expresar emociones y aliviar el estrés.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la salud mental puede ser afectada por factores inherentes a la persona y su entorno. Aporta a la salud mental:

• Reconocer las emociones. Se indaga el sentir de los estudiantes para que  reconozcan sus emociones y que expongan las causa, no se les juzga y se les da un mensaje positivo.

• Actitud positiva. Se potencian la alegría, al optimismo y el reconocimiento. Se señalan los problemas en su justa dimensión acompañados de propuestas de solución y apoyo.

• Cuidar la salud física y la salud mental. Nutrición balanceada, tiempo libre y ejercicio físico; evitar adicciones; disfrute estético, estudio, pensamientos positivos y dormir bien.

• Buenas relaciones interpersonales y vida social. Permiten identidad, apoyo mutuo.

• Desarrollar un sentido y propósito de la vida. Se les motiva a lograr metas y superarse.

• Meditación y relajación. Meditar es respirar con tranquilidad, liberarse de ideas y emociones generadoras de estrés y malestar. La relajación libera la tensión corporal.

Plan de bienestar para la seguridad y al cuidado de la salud mental.

Nivel 1. Crear comunidad educativa: Genera vínculos entre sus miembros, crea una red de convivencia y cuidados que promueve las relaciones sanas de respeto, cuidado y valoración de cada quien en la comunidad educativa, ayuda a sentirse bien. Se detecta potenciales situaciones de maltrato. Se aprende a identificar asimetrías y riesgos.

Nivel 2. Educar en competencias socioemocionales. Se orienta en salud mental, con respeto y apoyo a los afectados. Implica: estrategias positivas de autocuidado y de cuidado a otros, se acompaña al alumnado en la gestión de sus emociones, regulación de su conducta,  manejo del estrés, constancia, resiliencia, afrontar sufrimientos y retos, tener metas personales y académicas, y alternativas ajustadas a sus posibilidades, habilidades de relación como hacer amistades y mantenerlas, interrelaciones saludables, comunicación asertiva con respeto, solicitar ayuda, resolver conflictos, participación, trabajo en equipo y liderazgo democrático. Tejer redes de cuidado mutuo, desarrollo de la autoconciencia. El alumnado descubre sus valores, necesidades, emociones, pensamientos, sesgos, intereses, afirmación consciente de su identidad y su autoestima, conciencia social y ética –que lleva al encuentro y la empatía, respetando y valorando perspectivas diversas-, desde sus fortalezas, de sus potencialidades, el análisis de información comprobable y prever las consecuencias se mentaliza para la mejora.

Nivel 3. Prevención secundaria. Se sensibiliza a la comunidad educativa -alumnado,  profesorado, personal no docente y familias-, a conocerse e integrar una red de convivencia que sigue protocolos de actuación para detectar malestares y descontentos: conflictos entre pares, acoso, autolesiones, trastornos de la conducta alimentaria (TCA), absentismo, depresión e intentos de suicidio, y se activa acciones remediales en coordinación con la red de educación y salud.  Se sigue y comparte rutas de atención en salud mental. 

Nivel 4. Intervenir en crisis y postvención (respuesta y atención a las personas afectadas tras un intento de suicidio o muerte por suicidio). Intervenciones ante crisis de la comunidad educativa para reparar el dolor. Se cuida el entorno, se ayuda a superar la crisis y el impacto generado, así como evitar futuros intentos de suicidio. 

CONCLUSIONES

Una integración efectiva de la salud mental en las escuelas aporta a: mejorar resultados educativos, aprender sobre salud mental, aprendizaje socioemocional, identificar alumnos en riesgo y gestionar apoyo interno y con la red de salud, minimizar las probabilidades de dificultades de salud mental más graves.

La escuela debe organizar sus actuaciones y diseñar planes preventivos, con apoyo de la red interna y de las instituciones de salud y asistencia social, pero también debe dotar al alumnado de recursos personales para mantener una relación equilibrada y sana consigo mismos y con los demás con provención, evitando perjuicios mediante la preparación de las personas y los grupos en las aptitudes necesarias para afrontar conflictos.  

Los planes de manejo de crisis de la salud mental deben tener sistemas de detección compartidos por la comunidad educativa, para cuidarse y detectar situaciones de malestar; deben contar con apoyos y recursos del entorno para responder a los problemas del alumnado, y ofrecer un entorno adecuado para que su socialización en la escuela se convierta en un verdadero factor de protección de su salud mental.

Referencias

-Cacho Becerra, Z. V., et. Al. (2019). El desarrollo de habilidades sociales como vía de prevención y reducción de conductas de riesgo en la adolescencia. Transformación, 15(2), 186-205.

-De Vicente Abad J. (2021) Convivencia restaurativa. Madrid: SM.

-Fragoso, T. M., & Moreno Coutiño, A. (2021). Salud mental en niños y adolescentes: Un estudio exploratorio basado en la atención plena compasiva. Psicología y Salud, 32(1), 105–114.

-Organización Mundial de la Salud. (2013) Plan de Acción sobre Salud Mental 2013-2020. Ginebra, Suiza.

-OMS (2014). Salud para los adolescentes del mundo: una segunda oportunidad en la segunda década: resumen.

-Villascuesa Alejo MI. (2021) Convivencia en la escuela inclusiva. Inclusión: acciones en primera persona. Barcelona: Graó.

 

Santa Ana, El Salvador, 12 de mayo de 2023

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Jorge Ismael García Corleto es escritor, preside la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, licenciado en Educación, master en Educación Superior; candidato a Doctor en Educación. Trabaja en el Centro Escolar INSA y en la Universidad de El Salvador.