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domingo, 26 de noviembre de 2023

 

FORMACIÓN Y PROFESIONALIZACIÓN CON VALORES

Ismael García C.

Han ocurrido muchos cambios sociales, políticos, económicos, culturales, en educación, en la noción de inteligencia y otros hasta llegar a la sociedad posindustrial, o sociedad del conocimiento, con avances tecnológicos sorprendentes. La educación sin filtros clasistas ayuda a comprenderse a sí mismo y al mundo, a cultivar talentos, y a desarrollar un sentimiento de identidad cultural con juicio crítico -con la cultura como conjunto de saberes y haceres. La enseñanza propicia conocimientos y valores, modifica las capacidades de acción personal y social que permitan ampliar y profundizar la formación, en las mejores condiciones, hacia una vida plena en el siglo XXI.

Putnam (1988) subraya la importancia de los valores epistémicos para la ciencia y que se asocian a los conocimientos disciplinares. La Ilustración y la revolución industrial crearon un modelo de inteligencia y conocimiento positivista de ciencias basadas en hechos objetivos y certeza. Los procesos educativos transmiten información, contenidos y aspectos axiológicos. En la medida en que los educadores y los estudiantes practican e interiorizan los valores epistémicos (objetividad, veracidad, imparcialidad, coherencia, responsabilidad social) y otros como los morales (amor,  bondad, honestidad, fidelidad, rectitud, paz), deontológicos (libertad, independencia, respeto, responsabilidad social, justicia, igualdad, tolerancia, solidaridad) sociales (altruismo, tolerancia, cooperación, solidaridad, empatía, sinceridad, discreción, diligencia) y estéticos (belleza, nobleza, heroísmo, gozo) la educación se cualifica. La creatividad se refiere a encontrar otras opciones y no solo artísticas, y el arte no está anclado al romanticismo del s. XIX, como expresión de sentimientos y recreación sin utilidad económica. La educación en valores estéticos aporta a la formación de los futuros científicos.

La baja motivación y el escepticismo afectan a muchos docentes ante la crisis educativa, económica, social, política y cultural. Pero hay individuos docentes que y grupos de innovación educativa, que en el día a día mejoran su práctica docente. Se requiere trabajo en equipo para afrontar la complejidad de los problemas que supere el divorcio disciplinar y el individualismo. Conviene que los claustros de profesores planteen proyectos educativos contextualizados, que cultiven el pensamiento, la reflexión y la crítica.

Compromiso escolar es el grado de implicación del estudiantado con la escuela que determina sus resultados académicos, es decir, la calidad del vínculo creado en torno a su aprendizaje y su formación académica (Trudo et al., 2021). El compromiso es un concepto fundamental para comprender el desenganche escolar (Fernández, 2017), entendido éste como la participación escolar rutinaria en un marco de obligatoriedad (Jang et al., 2016). El compromiso académico ayuda a los aprendizajes, es importante evaluarlo para comprender los trayectos formativos (Archambault y Vandenbossche-Makombo, 2014). El estudiantado se adapta a diversas situaciones, como a cumplir normas escolares, instrucciones del profesorado, su interés académico, lograr el aprendizaje, entre otras. (Zamudio y Reyes-Sosa, 2021).

El estudiantado con compromiso alto tiene mayores autoestima y responsabilidad escolar, mejor comportamiento, menos ausentismo (Ochoa-Angrino et al., 2018), mejores resultados académicos (Gutiérrez et al., 2017), satisfacción escolar (Gutiérrez et al., 2018) y motivación por el aprendizaje (Chiu, 2021). El abandono escolar temprano resulta de experiencias de disminución del compromiso con los estudios (Romero y Hernández, 2019). La desconexión conductual del alumnado con la escuela se evidencia en que disminuye sus tareas, sus actividades escolares, participa menos en el aula y tiene problemas de disciplina (Miranda-Zapata et al., 2018). Los estudiantes en desconexión emocional (hacia la escuela, maestros o compañeros) muestran emociones negativas (estrés o miedo), malas actitudes y tienden a abandonar los estudios (Ochoa-Angrino et al., 2018). Se debe propiciar espacios y cercanías que frenen del abandono escolar.

La dimensión conductual del compromiso escolar comprende: conducta positiva en el aula (concentración, atención y cero conductas disruptivas), la participación en tareas académicas (esfuerzo) y la participación en actividades relacionadas como las artísticas o deportivas (Sinatra et al., 2015). La dimensión cognitiva del compromiso se basa en la inversión y el esfuerzo del estudiante para aprender (Lara et al., 2018). El compromiso cognitivo refiere al aprendizaje autorregulado o estrategias metacognitivas (Corchuelo et al., 2019). La dimensión afectiva se refiere a las actitudes y afectos del alumnado - interés, curiosidad, entusiasmo, felicidad y gusto- por la escuela, las materias, las clases, las actividades escolares (Ochoa-Angrino et al., 2018). Se requiere la ausencia de emociones negativas (angustia, ira, frustración, ansiedad y miedo) (Jang et al., 2016).

El compromiso escolar es un metaconstructo en el que comportamiento, emoción y cognición se interrelacionan dinámicamente (Reschly y Christenson, 2012). El compromiso escolar puede enfocarse desde las experiencias internas del alumnado, durante la escolarización, así como desde las variables contextuales (Miranda-Zapata et al., 2018). El compromiso escolar responde a la interacción dinámica entre el estudiantado y el contexto educativo (Rigo, 2020). El contexto social es clave para el desarrollo del compromiso escolar -el apoyo de docentes, condiscípulos y parientes. El contexto escolar influye en las tasas de permanencia y graduación. Tomás et al. (2016).

Se ha transitado de la modalidad de enseñanza-aprendizaje presencial al mediado por la tecnología (Chiu, 2021). Hay factores que provocan la disminución del compromiso escolar en el aprendizaje en línea: la sobrecarga de actividades académicas, la presión de la evaluación, la percepción de falta de relevancia del aprendizaje y la no presencia física del profesorado. Multiplicar la eficacia educadora de los conocimientos disciplinares en la enseñanza en red requiere de acciones coordinadas para lograr mejores resultados.

Santa Ana, El Salvador, 26 de noviembre de 2023

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Jorge Ismael García Corleto es escritor, preside la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, licenciado en Educación, master en Educación Superior; candidato a Doctor en Educación. Trabaja en el Centro Escolar INSA y en la Universidad de El Salvador.