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miércoles, 19 de febrero de 2020

A PROPÓSITO DE UN PEQUEÑO AVANCE INFRAESTRUCTURAL AUTOGESTIONADO




Ismael García C.


Los avances en términos de mejoras del sistema educativo no son instantáneos ni fáciles de lograr en el diario accionar de los componentes del sistema ni siquiera a nivel microcurricular del aula, sobre todo cuando se trata de hacer grandes reformas educativas que den la preponderancia que se merecen a los aspectos curriculares. Por experiencia en el contexto nacional sabemos que, por lo general, cuando el Estado ofrece la educación, experimenta carencias diversas y frecuentes, en consecuencia, trabajar bien a pesar de las carencias es de sí bastante admirable.
Todos los que trabajan en el aparato estatal y en relación con los intereses de la población -y no solo los docentes como generalmente se piensa-, son los responsables de echar a andar las nuevas propuestas o nuevos modelos educativos, desde sus respectivas áreas, cualificaciones y experiencias. Esto implica que además de los administradores y los docentes se necesita que los usuarios del sistema y sus grupos de apoyo familiar comprendan la importancia que tiene su decidida participación en los procesos, en procura de mejorar los servicios educativos y alcanzar mejores resultados.
Por lo tanto, decepciona no contar con la comprensión y el apoyo de algunos grupos familiares que suelen quejarse de las instituciones y del personal que atiende a sus hijos sin garantizar que quienes están a su cuidado en el seno familiar –aun si la familia está desintegrada o si es disfuncional- requieren también de su orientación formativa y un buen modelaje ético independientemente de las condiciones socioeconómicas y, además, se requiere de su vigilancia o acompañamiento para que los estudiantes se apliquen a su aprendizaje y a sus tareas escolares. Sin embargo, esto no significa que la familia deba mantenerse ajena al señalamiento de aquello que no bien, pensando solamente en el beneficio de sus hijos y de sus allegados.  
Muy triste es no contar con la plena participación de los estudiantes, posiblemente debido a las innumerables distracciones que están a su alrededor y a la pérdida de confianza en que estudiar aportará a su éxito futuro, y sabiendo que grandes cantidades poblacionales emigran hacia países desarrollados, en su mayoría enfrentando riesgos que pueden tener desenlace fatal. A esto hay que agregarle que las personas de poca edad ven el porvenir muy lejano.
Pero es más desmotivador que algunos docentes trabajen haciendo el menor esfuerzo posible y a destiempo, que suelen vivir desinformados pese a reuniones, circulares y uso de recursos web, sin actualizarse respecto de los saberes que corresponden al ejercicio docente, que se muestren muy carentes de ánimo laboral. Esto es muy comprensible cuando el limitado aporte del profesional de la docencia se debe a enfermedades orgánicas o a factores psicosociales que se vinculan a desmotivación, a estrés laboral, a síndrome de burnout, y otros. Y vale la pena destacar esto pues se debe contar con mayor atención a la salud de los mentores. Generalmente, para ellos y para los padres de familia, se programan muchas conferencias y charlas profesionales y otras no tan profesionales bien intencionadas, pero que resultan de programaciones de gabinete  descontextualizadas y que le roban a las instituciones muchas horas de clases. Hay en el sistema personas a quienes les cuesta comprender que los avances son necesarios, que no se trata de seguir con las mismas prácticas del pasado si estas ya son anacrónicas, o aplicar procedimientos excelentes de países poderosos si están descontextualizados en nuestra región o en nuestro país.  
También existen personas que no ven los avances que se realizan probablemente porque ya se desensibilizaron hacia la observación del medio que para ellos es parte de una rutina poco estimulante, ven lo mismo casi a diario que y poco a poco van perdiendo la capacidad de asombro o en el peor de los casos es porque padecen porque padecen de algún tipo de miopía ideológica o patológica.
Hay quienes nunca tienen iniciativas propias y cuando otras tienen ideas y proyectos que se vuelven exitosos se suben en el caballo cuando pasa al trote, para que se les vea como parte del equipo colaborador, otros solo se dedican a criticar, unas cuantos a obstaculizar y otros viven como en permanente catatonia o flexibilidad cérea.
A quienes creemos en la importancia de los cambios, en trabajar por el beneficio de las mayorías, no nos detiene la displicencia, la desidia, el escaso dinamismo hacia el rumbo correcto que demuestran aquellos que no tienen visión de mejora y frenan el avance de los cambios.
Tampoco nos desanima que la atención a los recursos que necesitamos nos deje por lo general al margen o para después, aunque pases décadas. Esto porque creemos que los grupos familiares y, en especial los estudiantes, deben contar con espacios institucionales adecuados, higiénicos, amplios, ricos en recursos educativos, aun y cuando se enfrenten carencias y desactualizaciones o deterioros en el acondicionamiento de las aulas, de los talleres, de los laboratorios, de los centros de cómputos, de las canchas deportivas. Y debe recalcarse que esto no solo ocurre por las dificultades y carencias que padecen todas las instituciones que atiende el ramo de educación a nivel nacional, sino también porque los directivos en los niveles de toma de decisión económica a nivel mesocurricular, procrastinan, rutinariamente, las necesidades de los sectores que son vistos como simples obreros del mañana. 
Cabe esperar que los empujoncitos que damos, no solo sean una pequeña cuota más para la imagen de quienes se suben al caballo que va de paso, sino que les recuerden que si nosotros pudimos a un nivel más bajo de la jerarquía institucional y con mayor limitación de recursos, otros deben comprender que ellos pueden hacer aún mucho más de lo que sí hacen, si en función de la equidad no se olvidan de los sectores que siempre nos quedamos esperando apoyo. Y es necesario recordar que no es culpa de quienes trabajan en servicios educativos que tengan más necesidades presupuestarias en función de equipamientos como maquinaria y herramientas, que requieren mantenimiento, y mucho material gastable, a diferencia de los que requieren menos recursos tangibles para trabajar.


Santa Ana, 09 de febrero de 2020
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Jorge Ismael García Corleto es escritor, presidente de la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, Licenciado en Ciencias de la Educación, Master en Educación Superior y estudiante de tercer año de Doctorado en Educación; trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.      
 


jueves, 13 de febrero de 2020

AL CIERRE DE UN AÑO LECTIVO Y EL INICIO DE OTRO


Ismael García C.
La sociedad actual es descomprometida, desinteresada, individualista e indiferente. Los adultos, irresponsablemente, tendemos a hacer transmisión de esas actitudes a los jóvenes y perjudicamos sus posibilidades de desarrollo, al grado de que la mayoría de jóvenes no tienen un proyecto de vida. Se fracturan los macrorrelatos explicativos y predictivos, los imaginarios que estructuraban la vida en sociedades que creían avanzar hacia un destino glorioso. Debemos educar asumiendo nuestra función orientadora como maestros, en cumplimiento responsable de la misión de construir una ciudadanía ética. Se trata de superar lo individual para intentar construir desde lo colectivo, posibilitando la construcción social desde la activa participación en un proyecto educativo incluyente. 

La escuela brinda la capacidad de pensar la educación como un medio de superación personal, pero además permite entender que, a su vez, es un proceso más amplio e inclusivo, una responsabilidad que nos trasciende. La educación adquiere su verdadero sentido en función del otro, de una realidad más amplia. 

Culminar el bachillerato es un logro para la juventud y para sus grupos familiares, y su significación social se evidencia con un acto de graduación. Momentos como ese nos hacen reconocer lo alcanzado, nos llevan a consolidar lo aprendido para transferirlo a experiencias futuras y a las nuevas generaciones. Que los egresados continúen con los estudios depende de las posibilidades económicas de cada grupo familiar y una responsabilidad de cada joven, en el interés de aportar a la construcción personal y social con respeto a la diversidad, con responsabilidad individual y social a la que los obliga el título de bachiller, al que debe aspirarse y llegar con humildad, agradecimiento y solidaridad con los responsables de su desarrollo y de su formación. 

Nos felicitan por los logros alcanzados y agradecemos por los buenos momentos compartidos, por lo que hicimos bien y aprendemos de aquello que nos dejó una lección y un compromiso. Nos quedan tareas por hacer al inicio de un nuevo año lectivo, cuyas metas expresen acciones que reflejan los compromisos de todos.

Un nuevo año escolar con retos académicos y compromisos personales más complejos exige vocación de servicio, liderazgo y saberes, que cada profesor brinde su modelaje e inspiración, que comparta proyectos, con determinación, sensibilidad y convicciones, con honestidad, amistad, respeto y justicia. Se admira el compromiso incondicional de cada colaborador y su gran disposición para hacer de la institución educativa un lugar mejor. 

Se debe profundizar en el conocimiento y práctica de los valores para que haya justicia, paz, sana convivencia, respeto a la diferencia, perdón y reparación, espacios de diálogo y mediación, en el contexto relacional y en el accionar social real, comprometidos a fortalecer el conocimiento de los derechos y el cumplimiento de los deberes de todo el colectivo educativo.

Debemos formar líderes que comprendan que el liderazgo no depende de la presencia mediática, tener una posición de privilegio o tener habilidades comunicativas extraordinarias; ser líder no se trata de un don, de un rasgo heredado o transmitido con apellidos reconocidos. Liderar, tiene que ver con lo que se hace y la influencia que esto ejerce en la visión de futuro que otros construyen. Ser líder es una decisión voluntaria que permite que las intenciones se conviertan en acciones. La vocación de liderazgo implica confianza y servicio, conlleva esfuerzo, sacrificio y entrega de lo mejor de sí, se anima con la visión de cambio, el cuidado por el otro y la fuerza de la pasión. Los educadores y los estudiantes, como líderes transformadores, deben desarrollar su pensamiento crítico, el don de la palabra y sus acciones desinteresadas.  

Debemos seguir inspirando a nuevas generaciones para aportarle al país personas honradas, audaces y generosas que propongan, colaboren, planeen, se coordinen, ejecuten, dispuestos a aprender, autocontrolados y mesurados, pues la educación es mucho más que instrucción y que el pragmatismo utilitarista de preparar en competencias para el mercado laboral, lo que no deja de ser importante, pero además intentamos ofrecer una formación humana para que los jóvenes ejerzan activamente su criticidad para entender al mundo y poder cambiarlo, que supere el condicionamiento permanente que nos imponen los medios de comunicación, que nos imponen modas, consumo compulsivo o manipulación política. Se trata de dignificar a las personas permitiéndoles desarrollar su identidad humana, ser auténticas y no los otros internalizados que nos masifican impidiéndonos ser cooperativos, solidarios, empáticos y comprometidos con la verdad. 

Hay muchas causas y utopías valiosas para asumirlas desde la juventud, no debe desperdiciarse el potencial de los jóvenes haciendo que pierdan el tiempo y en actitud de crítica sin sentido hacia todo aquello que puede presentar falencias pero es perfectible en función de cualificar la educación. 

Se quiere gente comprometida con la vida, solidaria, crítica, responsable y respetuosa de las diferencias, activa, pensante, participativa. Se trata de reconocer las diferencias y promover principios, acuerdos y un accionar ético. La educación en valores es sumamente difícil, pues los educadores somos parte de una sociedad plagada de incertidumbres, pero que se interesa en la verdad científica y la convivencia ciudadana.

Santa Ana, 06 de enero de 2020
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Jorge Ismael García Corleto es escritor, presidente de la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, Licenciado en Ciencias de la Educación, Master en Educación Superior y estudiante de tercer año de Doctorado en Educación; trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.