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domingo, 27 de junio de 2021

CUANDO MI DOCENCIA COMENZÓ

 

Aprendiz de versificador apenas era,

que no poeta, y me vi en la vivencia primera

de pretender ser un audaz joven dramaturgo.

Jamás se me ocurrió llegar a ser un demiurgo.

Impulsivo neófito de la dirección

Diletante estremecido por la actuación

Soñaba a la creación dedicar mi existencia

viviendo del arte y buscando su esencia,

y para el arte aun satisfecho vivo

esperando encontrar una rama de olivo.

 

Pero un sacerdote enviado por la providencia

me comprometió a enseñar con diligencia,

de un día a otro me vi frente a estudiantes

que ante mi poca edad estaban expectantes,

escuchándome perorar de filosofía,

mezcla de ortodoxia, dialéctica y rebeldía.

Con mi incipiente idoneidad identificados

participaron más allá de los postulados

dispuestos a seguir mi juvenil liderazgo,

en un mundo que llama a caer en el hartazgo.

 

La psicología me ayudó a precaverme,

avanzando resiliente y sin detenerme,

pese a los obstáculos que a diario enfrentamos

y a las estresantes jornadas que suframos,

nuestra formación docente nos provee saber,

que no se limita a un mecánico conocer,

a un dedicarse a teoría transmitir

para que nuestro pedagógico devenir

brinde a otros la oportunidad de educarse,

asumir su turno en el futuro y realizarse. 

 

                                                                                   Ismael García C.

                                                                                   26 de junio 2021

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