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jueves, 1 de octubre de 2020

QUINO: PENSAMIENTO CRÍTICO EN HISTORIETAS

 

Ismael García C.

 

Ayer Mafalda cumplió 56 años y hoy su creador, el dibujante argentino Joaquín Lavado, dejó este convulsionado mundo, ganando la eternidad etérea como Quino, aunque ya estaba registrado en la historia como artista consagrado.

      En 1962, la agencia Agens quería promocionar la marca de electrodomésticos Mansfield, de la empresa Siam Di Tella, de manera encubierta. Para eso el escritor Miguel Brascó contrató a Lavado. El encargo para la publicidad le pedía que tuviera algunas de las letras de la marca y un día, Quino, ve la película Dar la cara (1962), del cineasta argentino José Martinez Suarez, cuyos protagonistas tenían una bebé llamada Mafalda.

      Quino le encantaba su creación y la mejoró hasta llevarla a ser el personaje de ficción argentino más conocido en el mundo. Sus títulos fueron traducidos a más de 30 idiomas y fue el único personaje ficcional que fue columnista en un noticiero (2017, Telefe). Mafalda inicia como historieta en 1964, cuando Julián Delgado, director de la revista Primera Plana, le da un apretón de manos y le dice: “Ok, empecemos”.

      Dos años después la editorial Jorge Alvarez publica cinco volúmenes de la historieta. Para el número seis cambia de editorial y pasa a Ediciones de la Flor, que desde 1970 y, hasta ahora, llevan casi cincuenta años imprimiéndola. La tirada de la primera publicación que hicieron fue de 200 mil ejemplares.

      Los personajes de Mafalda son niños y en ellos imbuye alguna ingenuidad, utopía, inmediatez, temor, capricho y rebeldía. La protagonista es Mafalda, que representa la aspiración idealista del autor: la necesidad de hacer de este un mundo un lugar mejor. Esa necesidad que experimentamos quienes queremos cambiar las condiciones de inequidad social que nos imponen. En la obra de Quino hay pesimismo, nihilismo e incluso algo de existencialismo, como ocurre con la generalidad de las personas puestas en determinado momento y en un contexto vital específico. Pero Quino presenta ese cuadro lleno de contradicciones y hasta de incertidumbre, con una sensibilidad social deslumbrante que lleva a la esperanza que sostiene nuestros afanes y fortalece nuestra resiliencia social. A pesar de que involucraba a los niños, la tira estaba dirigida a un público adulto pensante, capaz de atreverse a criticar la realidad social en que vive o que observa, pero dispuesto a dar un paso adelante en la posibilidad del cambio.

      Mafalda se contextualiza como integrante de una familia típica de clase media argentina de los años sesenta, era fan de Los Beatles y odiaba la sopa. En 1962 Mafalda tenía cuatro años de edad, pero a medida que la historieta se fue desarrollando llegó a tercer o cuarto grado de la escuela primaria, a unos ocho años. Los padres de Mafalda reflejan a la institución familiar tal y como se conforma en la clase media. Su papá trabaja en oficina en una compañía de seguros, está inmerso en las condiciones propias de la estructura económica, social y política, aprecia el orden, disfruta de cultivar plantas, ver televisión y manejar un auto Citroën 2CV. Su madre es una ama de casa que estudió en la universidad y quiso ser pianista, pero truncó sus sueños al cambiar su estado familiar.

      Mafalda tiene un hermano menor: Guille, y cinco amigos con personalidades antagónicas y simbióticas: Felipe, Manolito, Susanita, Miguelito y Libertad. Mafalda los articula. Algunos personajes son símbolos. Susanita es la mujer conservadora contraria al feminismo y Libertad rechaza en extremo toda opresión.

 

     Cuando Umberto Eco leyó Mafalda experimentó un enamoramiento cultural e intelectual y se encargó especialmente del álbum Mafalda la contestataria, el cual se editó en Italia en 1969. En el prólogo escribe que “no se trata solamente de un personaje de historieta más; es, sin duda, el personaje de los años setenta. Si para definirla se utilizó el adjetivo ‘contestataria’, no es sólo para alinearla en la moda del anticonformismo. Mafalda es una verdadera heroína ‘rebelde’, que rechaza el mundo tal cual es”.

      Eco marcaba la diferencia entre la protesta y la rebelión, entre la queja destructiva y la crítica mordaz, y ubica a Mafalda en este segundo terreno. Por eso es que, como lo dijo él mismo, se enamoró de este personaje que es clave para entender a Argentina, ese país sudamericano que Europa intenta decodificar y comprender.

      La más original de las ideas expuestas por Eco en el prólogo de la edición italiana refiere que Mafalda es sudamericana, “pertenece a un país lleno de contrastes sociales que, sin embargo, quiere integrarla y hacerla feliz. Pero Mafalda resiste y rechaza todas las tentativas”. “Mafalda vive en una relación dialéctica continua con el mundo adulto que ella no estima ni respeta, al cual se opone, ridiculiza y repudia, reivindicando su derecho de continuar siendo una nena que no se quiere incorporar al universo adulto de los padres.” “Mafalda probablemente leyó al Che”.

      Mafalda es querida y profunda, y por eso, muchas veces, es utilizada como emblema para diferentes reclamos, lo que no agradaba mucho a Quino. La gente utiliza a Mafalda para transmitir mensajes propios. Los memes van y vienen con unos textos indignos de Mafalda. El que no percibe que Mafalda es rebelde y que no está satisfecha con el mundo tal como es no entiende Mafalda. Y esto es porque no utilizan el pensamiento crítico.

      Quino es una leyenda con vigencia permanente y universal, debido a su sentido de observación de los detalles de la vida cotidiana y de la política y a que es un brillante y eficaz comunicador que integra dibujo y palabra, sintetizando su humanismo en Mafalda.

      Los que no despotricamos, sino que cultivamos el pensamiento crítico informado, consciente y lo integramos al arte, para fundamentar una acción transformadora, te extrañaremos Quino.

 Santa Ana, 30 de septiembre de 2020

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Jorge Ismael García Corleto es escritor, presidente de la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, Licenciado en Ciencias de la Educación, Master en Educación Superior y estudiante de tercer año de Doctorado en Educación; trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.

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