REFLEXIONES DE UN DOMINGO EN CASA
REFLEXIONES DE UN DOMINGO EN CASA
Ismael García C.
Cada amanecer en el que abrimos los ojos nos enfrentamos a un nuevo día,
el cual esperamos nos ofrezca mejores oportunidades en todos los aspectos.
Pese a nuestras esperanzas, la realidad no se presenta siempre tan
prístina y fácil de enfrentar. Hay momentos en que se deben tomar decisiones
muy difíciles, correr riesgos para intentar salir adelante en lo que
emprendemos o lo que siempre hacemos. Y hay otros momentos de relativa placidez
en los que las personas próximas que queremos o apreciamos la pasan muy
difícil, y sufrimos solidariamente el dolor ajeno.
Esto no significa olvidarnos de la vida miserable y triste que llevan
muchos, tantos millones de seres humanos olvidados, marginados, que están
sometidos al cruel trato de morir de hambre cada día más o que mueren por la
violencia desatada por las crueles y ocultas intenciones. No debemos olvidarnos
de ellos y en la medida de nuestras posibilidades debemos siempre abogar por
ellos.
Es afortunado aquel que ha logrado construir su hogar y no sólo en
cuanto a tener un techo, una vivienda propia, un trabajo constante y digno,
recursos alimentarios, salud, seguridad social, sino que también ha gozado de
lo principal, de contar con una familia, una pareja a quien amar y que también
le ama, unos amados hijos que cuidar y que guiar e incluso unos nietos adorados
a quienes relatar las crónicas de la familia.
Siempre es grato contar con una comunidad social familiar que nos
sustente, cohesione y proyecte socialmente, con una identidad que no negamos y
que nos enorgullece sanamente.
Muy afortunado es quien ha logrado tener los pocos amigos que realmente
se pueden contar como tales en estos tiempos del siglo XXI, pero que aún
existen pese a todo el individualismo y el egocentrismo propios de un sistema
de cosas hedonista, oportunista, malinchista y deetentador.
Es importante valorar ese caudal de haberes cuando ya se va acercando
uno a la edad del juicio y hasta a la edad postrera.
Es bueno mirar atrás, para darnos cuenta de si fuimos fieles a los
buenos ejemplos de amor, de tesón y de solidaridad que fueron nuestros padres y
madres. Perdónenme mis lectores fieles, que siempre me gusta dar testimonio de
lo buenos que fueron mis progenitores, y quienes se merecen cumplir siempre
fielmente el mandamiento que dice: honrarás a tu padre y a tu madre. A mis
padres no tuve ni tengo nada que reprocharles, me dieron todo lo bueno que
pudieron en las condiciones en que les tocó ser padres de muchos hijos y de
alguien como yo, que se mostraba tan independiente y capaz de sobrevivir a su
manera en este mundo.
Es bueno recordar a nuestros hermanos, a nuestros abuelos y abuelas, a
nuestros tías y tías, y otros memorables miembros de nuestra familia ampliada,
aquellos que nos ayudaron a ser la clase de persona que ahora somos y en la que
ellos han creído.
Es bueno evaluar si fuimos fieles a nuestros ideales y los mantuvimos en
interés y no por puro egoísmo, los cuales por humildes que fueron nos
permitieron marcar una pequeña huella de nuestro paso, y que, mejor aún,
hicieron que otros siguieran aquello que valía la pena de nuestro accionar y
avance.
Es bueno valorar la oportunidad que tuvimos de estudiar, de tener buenos
maestros, de alcanzar una profesión y de desarrollarnos profesionalmente.
Reflexionar en si aplicamos muchos de lo valioso de lo que leímos, aquellas
letras orientadoras, aquellas teorías que dieron sustento a nuestra capacidad
de análisis, aquellos héroes que por su entrega investigativa, social,
actitudinal, por su militancia, por su dedicación a lo que atañe al espíritu, a
la sensibilidad humana, a dejar un legado social, nos ayudaron a definir un
carácter sólido, estable, un estilo como escritores, como cultores del arte y
del humanismo indoblegable que nos mantiene en el quehacer de investigar y de
pronunciarnos por la causa de los desventurados.
Pero también hay que ver hacia delante para avanzar bien en el camino
que nos queda por recorrer, el cual de seguro no será nada fácil a medida que
la edad se va quedando con nosotros, y nos distrae y nos frena de acometer
algunas empresas con el ímpetu con que lo hacíamos antes, pero llevamos en
nuestras alforjas una experiencia vital y social que no despilfarramos,
desperdiciando nuestras energías en cualquier impulso que nos robe la vitalidad
súbitamente.
Es más difícil vivir sin ser atacado cuando uno marca una postura
política, una forma de entender la dignidad personal y social, el civismo, la
moralidad, el valor humano, la convicción de luchar por una causa justa, todo
eso que es tan esencial para sentirse realmente parte de una especie pensante,
que trata de construir un mundo cada vez mejor, pese a la globalización que nos
han recetado y que atropella mucho de nuestras ricas tradiciones culturales
ancestrales.
En momentos como éste, uno pide que la vaya bien a todos sus congéneres,
cooperantes y compañeros en este viaje de la vida.
No olvidamos dar las gracias por todas las grandes cosas que hemos
tenido en el mundo en que nos ha tocado vivir, independientemente del valor
económico, porque el valor que a fin de cuentas nos mueve a intentar seguir
siendo parte de la humanidad cada día no es el valor material, sino los más
grandes valores espirituales que nos fueron compartidos gratuitamente.
Santa Ana, El Salvador, 1 de julio de 2012.
……………………
Jorge Ismael
García Corleto es escritor, director del Grupo de Actuación Teatral de
Occidente (GATO), licenciado en Psicología, y en Educación y master en
Educación Superior; trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en la
Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en
Santa Ana.
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