Ismael García C.
La escuela se vuelve un espacio juvenil y los jóvenes sustraen tiempo a
los estudios para tener experiencias hedonistas, socializar, divertirse, conversar
sobre temas variados, en especial durante los trabajos grupales. El gusto por
las fiestas, los excesos, los riesgos, las actividades musicales son muy atractivas
para muchos jóvenes. Los estudiantes de bachillerato socializan con sus pares
generacionales y desarrollan sus propias normas y valores de actuación con los
maestros, de aplicación a las tareas, de imagen personal, de gusto musical y de
diversiones.
Los estudiantes se identifican con determinadas culturas juveniles y sus
modas; en términos de Foucault, se constituyen como sujetos subyugados por los
discursos de las industrias de consumo juveniles. La subjetivación es la interiorización
y apropiación de normas y valores y del desarrollo de la capacidad de
reflexionar desde el self sobre las
distintas demandas y su posición frente a ellas, originando la emancipación de
las normas y los valores dominantes y el desarrollo de gustos, intereses, y
normas propias que pivotan sus decisiones y acciones.
A través de diversas prácticas en interacción de compañerismo, amistad,
noviazgo, y otras, mediante la conversación sobre las vivencias en la edad
juvenil, los jóvenes aprenden a manejar los vínculos sociales de intimidad,
confianza, cuidado del otro, a expresar los afectos, descubrir otras maneras de
sentir y atender las necesidades del otro. El tiempo que sustraen los jóvenes a
lo académico les permite la socialización entre pares y la subjetivación, es
decir, formarse como persona.
Sin embargo, privilegiar la vida juvenil por encima de los estudios amenaza
abandono escolar. Las razones o los motivos de abandono escolar se entretejen: en
la escuela o en su vecindad el joven se une a un grupo que se dedica poco o
nada a los estudios y suele faltar a clases, no atiende sus deberes y reprueba
materias; en este contexto, una riña, una enfermedad, un trabajo temporal, la
reprobación o dificultades con un maestro llevan al joven a retirarse de la
escuela.
Los recorridos escolares suelen ser progresivos y lineales entre los
estudiantes de clase media y alta. En cambio, entre los de sectores populares
urbanos suelen ser fragmentados, con mayor reprobación, abandono y, en algunos
casos, por intentos reiterados de culminar el bachillerato. Algunos jóvenes, a
partir de malas experiencias, reflexionan, se responsabilizan y maduran, y
tienen la intención de aplicarse otra vez a los estudios.
Muchos jóvenes de clases populares trabajan para aportar ingresos a la
supervivencia de la familia o para darse algunos gustos. Ir a trabajar después
de la secundaria aún es una vía para la adultez. Muchas mujeres permanecen en
casa para cuidar hermanos menores o enfermos y contribuir a las tareas
productivas o reproductivas del hogar. Entre mujeres de sectores populares y
aún más en zonas rurales, destaca la motivación de superar la condición de
género, pues se saben discriminadas por parte de familiares y vecinos. Las
madres suelen apoyar que sus hijas asistan a la escuela para que se valgan por
sí mismas en caso de que el marido no sea responsable. Estas jóvenes posponen
el noviazgo, el matrimonio y la procreación hasta terminar el bachillerato o
incluso hasta contar con una carrera.
El abandono escolar se relaciona con la reprobación y ésta, con las
deficiencias en la formación académica de los alumnos. Muchos de los jóvenes en
riesgo de abandono que dicen no tener “interés en la escuela” y pasan el día en
las canchas o cafetines, tienen problemas para comprender, provienen de
familias con niveles mínimos de escolaridad y estudiaron en escuelas
deficientes. Los investigadores suelen argumentar que los docentes que señalan
las deficiencias en esos alumnos no intentan reforzarlos.
Hay diferencias de calidad entre las modalidades educativas, entre los
planteles y entre los grupos escolares matutinos y vespertinos que reproducen
las diferencias socioculturales y entre los estudiantes varían las aspiraciones
y los esfuerzos. Los hijos de las familias más pobres no terminan la educación
básica y no entran al bachillerato. Una de las razones principales del abandono
escolar es la acumulación de materias reprobadas, las ausencias y la falta de
entrega de trabajos son causas comunes para la reprobación. Por lo general, la
razón principal para el absentismo y no entregar trabajos y tareas es la falta
de interés en el estudio.
Para algunos estudiantes, la convivencia juvenil y la obligación de
asistir a la escuela se convierten en los significados dominantes. Algunos estudiantes
quieren ser bachilleres y trabajar; otros aspiran a continuar estudios
superiores, pero no están seguros de tener los medios económicos y el
rendimiento académico necesarios. Hay estudiantes que esperan poder retribuirle
sus cuidados a su familia en un futuro. Aunque los significados positivos
atribuidos al bachillerato no impactan igual en todos los alumnos éste se
convierte en un importante rito de paso social, al que la comunidad educativa
le aporta.
La escuela debe mediar entre las culturas juveniles y las tradiciones
culturales, entre generaciones, motivar a los jóvenes, en un ambiente realmente
académico, con situaciones de aprendizaje significativo auténticas, atendiendo no
solo al aprendizaje y uso de las tecnologías, sino también al desarrollo físico
saludable del estudiante, su recreación humana, su expresión y gozo artístico en
interacción social armónica. Asumir esa misión, con responsabilidad y entrega, genera
sentimientos de mutua aceptación, cercanía, confianza, satisfacción,
agradecimiento, y gratos e inolvidables momentos que recordar en la comunidad
educativa.
Santa Ana, El Salvador, 25 de marzo de 2022.
……………………
Jorge Ismael
García Corleto es escritor, preside la Asociación GATO para las Artes y la
Cultura, licenciado en Psicología, licenciado en Educación, master en Educación
Superior; y egresado de doctorado en educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario