Aprendiz de versificador apenas era,
que no
poeta, y me vi en la vivencia primera
de pretender
ser un audaz joven dramaturgo.
Jamás se me
ocurrió llegar a ser un demiurgo.
Impulsivo
neófito de la dirección
Diletante
estremecido por la actuación
Soñaba a la
creación dedicar mi existencia
viviendo del
arte y buscando su esencia,
y para el
arte aun satisfecho vivo
esperando
encontrar una rama de olivo.
Pero un
sacerdote enviado por la providencia
me
comprometió a enseñar con diligencia,
de un día a
otro me vi frente a estudiantes
que ante mi
poca edad estaban expectantes,
escuchándome
perorar de filosofía,
mezcla de
ortodoxia, dialéctica y rebeldía.
Con mi
incipiente idoneidad identificados
participaron
más allá de los postulados
dispuestos a
seguir mi juvenil liderazgo,
en un mundo
que llama a caer en el hartazgo.
La
psicología me ayudó a precaverme,
avanzando
resiliente y sin detenerme,
pese a los
obstáculos que a diario enfrentamos
y a las
estresantes jornadas que suframos,
nuestra
formación docente nos provee saber,
que no se
limita a un mecánico conocer,
a un
dedicarse a teoría transmitir
para que
nuestro pedagógico devenir
brinde a
otros la oportunidad de educarse,
asumir su
turno en el futuro y realizarse.
Ismael García C.
26 de junio 2021