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jueves, 13 de septiembre de 2018

PAZ SOCIAL Y CIVISMO




Ismael García C.


Paz (del latín pax), definida en sentido positivo, es un estado a nivel social o personal, deseable para uno mismo o para los demás como una meta de vida, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad.
Definida en sentido negativo, la paz es la ausencia de inquietud, violencia o guerra.
En lo individual, "paz" es un estado interior libre de sentimientos negativos como la ira, y el odio.
La paz social es entendimiento y buenas relaciones entre grupos, clases o estamentos sociales. El consenso permite unas buenas relaciones, mutuamente beneficiosas, entre los individuos, a distintos niveles, en sana convivencia. Es necesario que cada persona tenga las mismas oportunidades de desarrollarse y le sean respetados sus derechos fundamentales.
En la realidad siempre habrá conflictos, por lo que se requiere la capacidad de manejarlos y superarlos usando métodos no violentos como la protesta pacífica, el diálogo y la negociación. Las guerras son un instrumento violento para resolver conflictos, y evitarlas es un imperativo ético.
Para vivir en paz debe evitarse la intransigencia, el fanatismo y la arrogancia de personas o grupos que imponen por la fuerza, sus ideas, su estilo de vida y sus creencias.
Los pacíficos son cordiales, tolerantes, fuertes, justos, flexibles, ecuánimes.
La violencia es el uso de la fuerza para resolver conflictos, a consecuencia de la intolerancia y el desconocimiento entre personas de ideas, etnias, clases sociales, culturas o religiones diferentes. La violencia es el antivalor más deshumanizante.
Los violentos son intransigentes, injustos, crueles, desalmados e insensatos. A las personas conflictivas les es imposible llegar a un acuerdo por mínimo que sea, todo les molesta y más si afecta sus intereses personales, buscan imponerse, crean dificultades en su espacio laboral, discuten por nimiedades, se interesan en chismes.
Los violentos rechazan el diálogo, promueven violencia armada y el tráfico de armas y se imponen con atropellos, injusticias, amenazas, aterrorizando e incluso asesinando a sus opuestos, aunque sean civiles indefensos.
Grandes personas fueron asesinadas por defender los derechos humanos, por clamar por la paz. Mohandas Karamchand Gandhi, nacido en la India, luchó pacíficamente por la independencia de su país frente al dominio británico. Resistencia no-violenta se llamó a esta táctica o no-violencia activa, de protestar contra las injusticias haciendo marchas, manifestaciones, ayunos y desobediencias, serenamente y sin agredir a nadie.
Para Martin Luther Luther King, Jr. en su Carta de Birmingham, escrita en prisión: la verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión: es la presencia de justicia.
Nuestro pasto salvadoreño, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, fue asesinado por sicarios tras llamar al cese de la represión contra el pueblo y haberse mantenido fiel al ejemplo de Juan el Bautista y de Cristo, de seguir la opción preferencial por los pobres.
No se debe matar la protesta social, la rebeldía pacífica como ha ocurrido en Colombia.
Se requiere la iniciativa personal para vivir los valores. La paz interior surge como un producto del autoconocimiento, del autocontrol del egoísmo y de la prepotencia, de saber escuchar y comprender las debilidades propias y ajenas, y de interesarse en los demás, expresando nuestro punto de vista oportunamente y escuchar, sin ira, lo cual facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar los desacuerdos y las dificultades.
La paz es fundamental para las vidas de las personas, las familias y las naciones. Se debe vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos, en contraposición a la guerra y los conflictos. Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde dentro. La pérdida de la paz interior se debe a la intolerancia e incomprensión.
La paz suele perderse fácilmente cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus consecuencias o cuando en la familia predominan los malentendidos.
La paz es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas. Es importante pensar con serenidad, olvidarse del afán de poder y buscar el justo medio entre las diferencias.
La familia, la escuela y el estado deben orientar la convivencia. Es necesario conversar y precisar propósitos de mejora de beneficio común. Es importante no discutir o quejarse de los demás ante los niños, saber sobrellevar las dificultades, evitar que otros sufran por nuestro mal humor, disculpar, crear las condiciones apropiadas para hacer agradable la convivencia.
La paz es la base fundamental para construir una sociedad sana y funcional. En el hogar se aprende a vivir y construir la paz, pero hasta en una familia cariñosa puede perderse la paz, pues es muy frágil. La paz no se da al instante, sin esfuerzo, ni por mandato, ni se compra o pide prestada, ni solo se espera que llegue, la paz se promueve, se logra y se protege cada día.
Se otorgan premios internacionales de la paz a mandatarios que no los merecen, pues enfrascan a las naciones en guerras, disturbios, intervenciones en territorio ajeno y limpiezas étnicas.
Se debe restablecer la paz en el ámbito social, económico, político, pues la paz es convivencia respetuosa, prosperidad general, justicia, empresas en función social, reservas forestales, ríos y manantiales limpios, desarmarse e impulsar relaciones solidarias.
El hedonismo consumista pone la ley al servicio de unos cuantos, que se apoderan de las oportunidades de todos. En los medios de comunicación masiva destacan la violencia armada. La violencia no debe ser tolerada como inevitable y no debe ser practicada ni con chismes en la web.
La paz es respeto, solidaridad y oportunidades para todos.
Debe posibilitarse a los ciudadanos una vida digna, armoniosa, sin desigualdades, sin discriminación, con empleo, educación y salud accesible y de calidad para todos. La paz se vive reconociendo los derechos propios y los ajenos, enseñando a los hijos a distinguir entre el bien y el mal, formando en ellos una conciencia de rectitud. Los padres y los adultos en general, especialmente los docentes, debemos modelar respeto a la vida humana y sus derechos, dignificarla, y hacer civismo con sentido ético, sin pedir días compensatorios para hacerlo.
Nos honra como docentes reconocer, aun humildemente, el gran aporte social de exalumnos dedicados, con un buen desempeño académico, y disciplinados, de la escuela pública, como el Licenciado José Armando Flores Alemán, quien ahora es Ministro de Economía y enorgullece también a su familia, a Santa Ana y a El Salvador.
Sigamos en el camino de un país que construye un futuro digno para todos, especialmente para los que siempre fueron postergados. Tenemos que construir la paz entre todos, con una ley justa, con una democracia real, comprometida, con verdadera solidaridad e inclusión social.

Santa Ana, 1 de septiembre de 2013.

Discurso ofrecido en la inauguración del mes cívico por parte del Centro Escolar INSA.

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