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viernes, 14 de septiembre de 2018

EL SIGNIFICADO DE LA INDEPENDENCIA

Ismael García C. 

Un país es independiente si no se somete a la autoridad de otro. Los países del continente americano se independizaron de las naciones europeas que los conquistaron y colonizaron. ¿Pero realmente son independientes estos países? ¿Qué significado tiene la independencia para las y los salvadoreños actuales? ¿Basta apegarse a la ley de símbolos patrios para cumplir lo legal y seguir un protocolo de actos cívicos?

En El Salvador y en Centroamérica, el mes de la patria es septiembre, ya que el 15 de dicho mes se conmemora la Independencia, aunque ésta en realidad se gestó en un largo proceso – recuérdense las acciones en que participó Pedro Pablo Castillo-, que no culminó en esa fecha, la cual se adopta porque se suscribió un acta de declaración de la misma que se generalizó, no sin algunas luchas, al resto de la región centroamericana. No obstante, los beneficios económicos de la independencia fueron vislumbrados y disfrutados por los criollos y no así por la generalidad de la población mestiza y mucho menos aún por los indígenas, no por gusto ocurrió la rebelión de los nonualcos, encabezada por Anastasio Aquino.

La población actual participa en la fiesta popular, en la alegría generalizada, haciendo onerosos gastos en exhibición de armas y desfiles militares, bandas musicales, pirotecnia y cree que los desfiles son una tradición para la población civil y estudiantil, que reclama la presencia de señoritas porristas en las calles. Este concepto patriótico forma parte del discurso ideológico, los políticos lo hacen suyo y permean el pensamiento de afectividad.

En un mundo interdependiente en materia económica y en proceso de globalización, difícilmente un país en vías de desarrollo, que hace esfuerzos para estar a la vanguardia, puede crecer sin apoyarse en otros. Pero aún si es un país como El Salvador, en el cual la dependencia implica subordinación a los países desarrollados.

No existe Independencia cuando la pobreza afecta a la mayoría poblacional debido a una crisis económica severa, a la inseguridad, la violencia, el déficit habitacional, el desempleo, los salarios indignos, la dependencia tecnológica y científica del extranjero, el bajo nivel de la educación, el mal servicio de salud, una red vial deteriorada, las cárcavas por doquier, la corrupción, la desconfianza hacia la administración pública, la zozobra ante las inclemencias del clima, y el auge de la delincuencia que es capaz de paralizar al país y pretende doblegarlo. A diario grupos de salvadoreños buscan emigrar pues no hay condiciones para arraigarse en su propia patria.

El Salvador es un país dependiente, no sólo por circunstancias económicas, sino también por la manera en la que el Gobierno ha manejado las relaciones internacionales, haciéndonos cada vez más dependientes de los Estados Unidos incluso en lo político y en otros aspectos. Nuestra dependencia no ocurre por circunstancias fundamentalmente ineludibles, sino porque así lo han dispuesto nuestros gobernantes.

La independencia real sólo se logra cuando se alcanza un nivel de desarrollo que permite no depender ni comercialmente, ni económicamente de las grandes potencias. El Salvador aún depende mucho de Estados Unidos, tanto que un millón de salvadoreños viven en ese país y sostienen a sus familias mediante remesas que constituyen un ingreso importante para la nación. Ni siquiera dentro de nuestro país somos independientes, pues casi la mitad de la población vive en la pobreza y es económicamente dependiente. ¿Qué independencia puede ser aquella en la que no se concreta el principio de no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos?

En economía, tecnología, industria militar y producción de conocimiento, El Salvador cada vez más dependientes de los EEUU y de Europa, allí se forman nuestros investigadores e intelectuales.
Los gobernantes pretenden posicionar al país como una economía emergente, que otorga facilidades para la inversión, pero básicamente sólo se abren y cierran maquilas  y se construyen call centers y grandes centros comerciales para que las transnacionales realicen inversiones estrictamente necesarias para impulsar nuevos productos y servicios superfluos, que impulsan el consumismo y se refuerza las diferencias sociales a partir del consumo desigual. Tales espacios generan poco empleo y las enormes ganancias salen de las fronteras patrias. Nuestros países pierden la posibilidad de autoabastecerse y proporcionar seguridad alimentaria a su pueblo, esto empeoraría si sólo nos dedicamos a producir biocombustibles, por ejemplo.

Las nuevas generaciones son altamente influidas por culturas foráneas y desprecian nuestros valores y tradiciones, la inconformidad los lleva a evadir su responsabilidad social, y muestran desconfianza e incredulidad hacia las figuras de los personajes considerados como héroes históricos de la patria. Ante esto, conviene generar un nuevo concepto de héroes patriotas, con rasgos contemporáneos de una participación ciudadana de una nueva generación salvadoreña activa, esta responsabilidad no sólo implica rememorar y revivir un patriotismo que festeja el pasado, sino que refuerza desde la comprensión de los procesos histórico-sociales de fondo, cuáles son las obligaciones de cada uno de los ciudadanos.

Para conservar la dignidad patriótica, es prioritario que El Salvador promueva la participación ciudadana, la cual constituye el principal elemento para tomar decisiones del rumbo nacional. No resulta claro para muchos el uso del termino independencia y se espera que la nueva generación le dé importancia y que se diseñen estrategias para que cada salvadoreño comprenda que la independencia no sólo son recuerdos y homenajes a los héroes historiográficos, sino trabajar conjuntamente para transformar a El Salvador en una nación independiente, segura, sana, de buen nivel educativo, industrializada, honesta, sabia y científica.

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