MONÓLOGO DE LA TERCERA LLAMADA
Ismael García C.
Estoy aquí de pronto, corriendo hacia el escenario, desde donde
conversaba distraído, soñando en mi vieja cama, en mi casa ajena, al lado de mi
mujer por mí obsesionada y decepcionada, pero llamado a actuar en un gran salón
popular, con un fondo de telones desteñidos, a improvisar, sin ropaje especial,
con éste que no viene de un buen guardarropa, reconozco en la umbra del sueño
que está viejo, gastado, deslucido, raído, ajado, como viejo, gastado,
deslucido, raído y ajado me veo yo, sin ningún maquillaje en esta tercera
llamada que me llegó de improviso.
Sin abrir mi equipaje, más que el de las vivencias del alma, este
tercer llamado me hace hablar aquí, de prisa y sin pensarlo, en el entorno que
atiende mi voz y mis desplazamientos.
En el naufragio de lo que soy recuerdo que en la adolescencia nos
inspira el amor y todos los que estamos aquí hablamos de él. ¿Pero dónde quedó
el amor imperecedero de la juventud? ¿Dónde está el mor que cultivaste? ¿Dónde?
Hoy vuelvo a soñar y estoy aquí otra vez, pero el verano ya pasó, se
mezclaba en mi memoria la acción y el dolor de garganta que empezó en la noche
anterior, el invierno se ha impuesto… llueve mucho, hace tanto tiempo que mi
ventana dejó penetrar el frío.
Unos nos necesitamos a otros, hoy quizás mucho más que ayer, y por eso
buscamos el amor en quien está muy lejos, no nos escriben una carta para leerla
una y otra vez, en las frías noches e inviernos, son tan solo correos
electrónicos, mensajes a menudo tan triviales en sus contenidos que trivializan
la relaciones humanas.
Por muy lindo ropaje que se pongan las palabras de hoy, en este mare magnum,
qué contar como el miserable poeta que soy, qué cantarle a los hombres y a las
mujeres de hoy, qué cantarle a los niños, qué mirar para que otros vean lo que
percibo, qué miran los jóvenes de ahora, qué sienten las personas.
Qué cantan las madres con dulce voz a los bebés de los futuros hombres
y mujeres, que verán el mundo con sus propios ojos, sentirán y cantarán con su
propia voz, especialmente en la soledad.
Muchos en realidad están solos, no solo parece que están solos, se sienten
solos, cerrados y encerrados en sí mismos, enconchados de afuera para adentro,
defensivos hasta el cansancio y aunque canten y rían, parece que están solos,
tan solos que se hacen selfin, fotografía de uno mismo, tomadas por uno mismo.
¿Es que da miedo dar la cámara a otros? ¿No se puede confiar en nadie? ¿Es que
no ha quedado nadie, alguien que responda a mi voz de poeta, que rompa los
muros y mire desde su corazón a mi corazón agitado?
¿Me quedaré afónico hablándole a los rostros quietos y fijos de quienes
se han quedado en silencio mirando mis ojos? Si cantamos alto desde un canto
profundo, lanzado libre en el viento, nuestro canto podrá ser compartido por
otros humanos con ansias semejantes, con nuestros mismos anhelos, con la
timidez y la desconfianza que nos imponen los años de esperanzas y decepciones,
de anhelos y temores, con un suspiro que alivia la represión de más de
quinientos años.
Mi pequeña huella no vuelve, tan solo queda un sendero de penas, que nos
muestra la angustia de Dios en un dolor que es nuestro, donde las aguas marinas
cantan la canción de la soledad, de estar solo en público, que Konstanislavki
más certero, ¿cómo se le habrá ocurrido su teórica soledad que se traduce sin
personificaciones en casi un vacío total?
Hasta el agua profunda nos arrastrará este maremoto que nos deja la
huella de sal. Yo sigo soñando como ayer pero ya no puedo despertarme tan
temprano como me despertaba antes, pero hay que mantenerse despierto para no
dormirla, para no perderla, para seguir adelante en la vida y con la frente por
delante, bien levantada, con todo el orgullo de quien se sabe importante al
menos para su familia, en la medida en que se dio la vida y dio su vida por
otros.
¡Ay Dios del que no! Ese sí que se va a ir directo al infierno, no
importa cuántas misas se paguen o cuanto falso testimonio rindió.
Mientras unos repiten monótonas letanías, rumian pareceres trillados,
repetitivamente cacofónicos, redundantes, tautológicos hasta el tic… otros soñamos
caminos, viendo en la tarde las colinas doradas, los verdes llenos de ecológica
vida, las rosas, los geranios y las pascuas rojas y blancas, los árboles
frutales, el maíz, los maquilishuat de nuestro país y las ceibas que sostienen
el mundo.
A vos te brindo mi voz, te entrego mis versos desgajados, el fruto
marchito de mi ser, para que retomes la semilla del árbol añoso, para que con
ellas produzcas mejores flores y frutos. A ti te pertenecen mis versos, el escaso
trabajo de toda una vida, mi poco actuar, mi mal pintar, queda en deuda musicalizar
con el sonido de la transformación social, pero no mi vivir… aunque debí vivir
más y mejor, pero me acompañó el amor.
No soy tan alto como quise ser, pero el camino me llevó hasta donde
Dios me dejó llegar. Mamá y papa se quedaron en su propio atardecer y en su
otoño, no viví como ellos hubieran querido que viviera, ni como mis hermanos
quisieron, ni como mi mujer quiso, ni como mis hijos quisieran, viví al margen
como la mayoría suele vivir, buscando manifestar mi identidad y la identidad de
mi país, con un mundo que tuvo los mismos colores de todo el mundo, aunque me
quedé aquí y nunca llegué más allá de donde mis ojos alcanzaban a ver el
horizonte, pero aun así vi mucho más.
A esta edad, sin mucho porvenir, lo que queda es reconocer que la vida
es corta como siempre nos dijeron, como nos dicen ahora y hay que vivirla
plenamente, a pleno pulmón y a plena sangre.
No nos quedemos esperando una oportunidad, esa llega cuando uno menos
se lo espera, pero hay que estar atentos para verla pasar, la puerta se abre
para los que entienden cómo hacerlo, y no se trata de cualquier puerta, solo
hay una puerta que nos corresponde aunque las opciones sean muchas, la vida
continúa aunque no sigamos acá, pero dejemos huella, juntemos nuestras manos,
nuestros sueños, nuestros pasos, nuestras voces, unidas unas a otras, fundidas
como una histórica y magna voz que pide justicia, la exige para todos, con todo
derecho, con todos los decibelios y una multitudinaria convicción, Justicia,
libertad, solidaridad. Que nuestro canto suene y resuene hoy como ayer, y que
siga resonando mañana tan alto como se pueda.
Que tus sueños se iluminen y se realicen como estos locos e
incontrolables sueños míos, que me expusieron a regaños, a burlas y a
descréditos, mas siempre me llevaron hasta el fantástico mundo de la creación.
Explora tu mundo, escríbelo, recorre el calendario sacándole provecho a cada día
y no te importe el qué dirán si practicas la autodeterminación colectivista, y
eso es pensar y actuar para los demás y por los demás, aun cuando por ahora no
te lo agradezcan. Lo importante es que seas tú sin estar a la moda, sin ser
metrosexuales o chicas fashion. Se trata de ser y no de tener.
No permitan que los maltraten, aunque tengan el cuerpo y el corazón
contrahechos, aunque nunca hayan poseído belleza o riqueza o que ya no la
posean, aunque ya estén marchitos, desvencijados, no pierdan su dignidad. Sigan
adelante con el ímpetu de la juventud aunque se esté fugando de sus vísceras,
de sus músculos, de su piel y de sus cabellos.
Gigantes de la experiencia son, no bagazo de fruto exprimido. Mientras
puedan aguanten y suban la cuesta aunque cambien de velocidad para no fundirse.
Pónganle doble cañuela al radiador, inventen lo que quieran, improvisen, pero
no se detengan, sigan a toda dignidad y en pleno vuelo.
Santa Ana, El Salvador, 17 de julio de 2015.
……………………
Jorge Ismael García Corleto es escritor,
director del Grupo de Actuación Teatral de Occidente (GATO), licenciado en
Psicología, y en Educación y master en Educación Superior; trabaja en la
docencia en el Centro Escolar INSA y en la Facultad Multidisciplinaria de
Occidente de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario