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martes, 31 de diciembre de 2024

AL FINAL DEL AÑO 2024

 

Llegamos con los esfuerzos que normalmente acompañan la ruta de vida que todos nos trazamos, apoyados por los colectivos familiares, sociales y laborales, congregaciones religiosas, de asistencia social y protección, que se dedican a velar por los otros, a educar y cultivar valores, artes y cultura, y tantas otras personas que atienden las necesidades de los seres humanos, especialmente de los más necesitados.

Este momento lleva no solo a gozar del espíritu alegre de la Navidad, sino también a reflexionar y mejorar como personas. Este cierre de año y la inminente llegada del otro hace replantearse metas o plantear otras, que puedan superar las experiencias y los conocimientos positivos, los cuales se espera sean beneficiosos para nuestra existencia y la de los demás.

La Navidad ha sido y es un momento propicio para expresar cercanías, para reunirse con parientes que están distantes en el mismo territorio nacional o que viven en el extranjero. El aprecio mutuo fortalece el espíritu. Cuando las personas se respetan, viven en paz y se aman, comparten valores que enaltecen: la solidaridad, la confianza, y otros, es posible apoyarse mutuamente y brindarse consuelo cuando la situación es dura o amenazante, se sobrellevan y afrontan pérdidas, duelos, momentos aciagos. Vale la pena el abrazo solidario, la empatía social real.

Ante el nuevo año se debe perseverar en el proyecto de vida, en el sueño compartido de una sociedad mejorada y más justa, en la que nuestros seres queridos, ya sean mayores, o que vengan a la saga de nuestro andar cuenten con un futuro promisorio, bonanza y prosperidad.

Vayan estas palabras y sean bien recibidas por aquellos con quienes nos conocemos, por nuestros compañeros y nuestros amigos, y muy especialmente por nuestras familias queridas, a todos les agradecemos que nos han acompañado en nuestro andar.

Ismael García C.

31 de diciembre de 2024

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