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miércoles, 7 de diciembre de 2022

UN DOCTORADO HONORIS CAUSA BIEN MERECIDO

 



Ismael García C.


Nos vemos sorprendidos cuando nos enteramos de que se otorgan doctorados honoris causa a personas que han tenido gran notoriedad social, poder político, un supuesto altruismo, o cuando simplemente se dan por razones diplomáticas u otras gracias sociales. A veces nos vemos ofendidos porque es tan obvio para quienes ejercen el pensamiento crítico que algunos de los que reciben la clase de doctorado en mención no tienen ningún mérito real para recibirlo, es decir, no lo merecen. Hay quienes han recibido hasta el premio nobel de la paz y se han dedicado a defender y acrecentar un sistema de injusticias y de atropellos a la dignidad humana, con visos de orden social y de respeto a los derechos humanos.

Pero también y muy escasamente, hay seres humanos que tienen un legítimo compromiso con el oficio que han decidido acometer en la vida, al cual se dedican plenamente con el sentido social que ennoblece una profesión que se vuelve de fe, de amor y de entrega con la causa de las grandes mayorías que han visto sesgadas sus posibilidades de compartir un mínimo de los beneficios de los cuales otros se apropian con todo descaro o con un disimulo que los encubre y los blinda de que la sociedad les pase factura por todos los beneficios inmerecidos de los cuales se apropian.

Al mundo de las artes, a las cuales el tinglado económico-político suele conferirle únicamente valor recreativo estupefaciente o de mercancía consumible o coleccionable, llegan muchos diletantes con alguna notoriedad pública que son convertidos en figuras moldeadas y sus obras son intervenidas tecnológicamente y cotizadas por los intereses mercantiles de industrias editoriales, estudios cinematográficos o de televisión, disqueras, galerías. Mientras tanto hay verdaderos artistas que, pese a sus obras de gran factura y mucho aporte al humanismo, que son mantenidos al margen, pese a la importancia de su pensamiento, de su obra y de su quehacer por aportar al saber compartido con un muy amplio conglomerado social que espera aluna obra que refresque su sentir y pensar, que le oriente a ser mejor persona, con mayor conciencia identitaria y social, con sentido espiritual.


Al margen han sido y son confinados autores literarios que como José Roberto Cea han dedicado toda una vida a ser escritores, cultivadores de la palabra que educa, a partir de la investigación autodidacta, de involucrarse en las necesidades sociales, de ver las carencias que por centurias ha padecido la población, que pese a contar con amplia producción y de que su obra ha gozado de reconocimiento en distintas latitudes planetarias no se les otorga el reconocimiento social que se merecen.

Años atrás, José Roberto Cea, haciendo gala de dignidad se negó a recibir un reconocimiento de una asamblea legislativa plagada de muchos diputados que solo veían sus intereses y se lucraban con el erario público. Hoy le ha llegado el turno a José Roberto Cea, de recibir un doctorado honoris causa de la Universidad de El Salvador, en ceremonia realizada en el auditorio de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, en la ciudad universitaria Dr. Fabio Castillo Figueroa. Ahora su vida de entrega, su trayectoria investigativa y su obra literaria ejemplar y aleccionadora de décadas en los géneros de poesía, dramaturgia, ensayo y narrativa, que le ha hecho merecedor a José Roberto Cea de muchos galardones, le ha permitido también, recibir un doctorado honoris causa bien merecido y sus seguidores nos regocijamos.



 

Santa Ana, El Salvador, 5 de diciembre de 2022.

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Jorge Ismael García Corleto es escritor, preside la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, licenciado en Educación, master en Educación Superior; y egresado de doctorado en educación. Trabaja en el Centro Escolar INSA y en la Universidad de El Salvador, Facultad Multidisciplinaria de Occidente

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