Ismael
García C.
La
noche del domingo 6 de febrero invitaba a descansar, a departir sanamente o
salir a cenar, ante el retroceso de la delincuencia que informan las
autoridades. Sin embargo, cuando el día
iniciaba como noche, tres abusadores con uniforme policial esperaban con las
luces apagadas, al interior de un pickup oficial en una calle descuidada y
solitaria sin iluminación nocturna, que conduce a una comunidad periférica. La
patrulla avanzó sin luces tras de un automóvil que pasó hacia el cerro Santa
Lucía, el conductor del automóvil y su esposa notaron que un vehículo venía
detrás hasta que la patrulla prendió las luces, no se veía bien y pensó que los
sobrepasarían, dobló a la izquierda y se estacionó frente a su domicilio. De la
patrulla bajaron dos agentes masculinos y una femenina que lo acusaron de
sospechoso por no respetar el alto, la esposa aclaró que estaban frente a su
casa y le impidieron abrir para probarlo, el joven caminó para tocar puertas en
busca de apoyo y como nadie abriera un pequeño bravucón lo golpeó, el joven se
refugió al interior del carro y logró avisar por teléfono del atropello de que
eran objeto.
De una
casa vecina salió la madre del joven y vio que el policía de baja estatura y
autoestima deteriorada golpeaba a su hijo -a quien le rasgó la camisa-, y se
interpuso entre ellos para que ya no lo golpeara, le preguntó por qué derecho
lo hacía y el psicópata uniformado se le abalanzó, casi arremete contra ella y
respondió sobrado que podía golpear a quien quisiera. En eso llegó el padre del
joven quien pidió detener la violencia en contra de la pareja, en un país que
pretendía mejorar las condiciones de vida de la población y la convivencia
pacífica y que la policía estaba para proteger a la ciudadanía honrada. El show
de los policías desatados continuo, pero detuvieron los golpes.
Se
hizo presente la hermana del joven, abogada y notaria de la república, quien
atravesó la ciudad en su vehículo y fue tratada con menosprecio por llegar en
ropa de dormir, se identificó con su carnet a requerimiento del policía que
buscaba intimidarla por obstruir la justicia y ella le recordó que también era
mujer y que la estaba ofendiendo, tras lo cual logró que el policía que cubría
su oni con un abrigo no oficial lo mostrara brevemente.
En el
espectáculo de prepotencia policial participaron otros seis elementos que se
conducían en dos carros patrullas, entre ellos tres recaudadores de multas de
tránsito. La jauría, abusando de recursos policiales, atropellaba a los
desarmados, empeñados en probar que el joven estaba ebrio porque defendía sus
derechos. Una de las ofendidas intentó grabar en el teléfono, pero un policía
se lo arrebató y lo aventó al pavimento, luego lo recogió para revisarlo y
borrar el video que registraba su abuso. Después para demostrar que él podía
hacerlo le tomó video a la mujer y a sus suegros.
Quienes
deshonran el uniforme de la policía amenazaron a la familia con capturarlos por
obstaculizar la justicia y que ellos podían empuñar su arma cuando quisieran,
frustrados porque el joven dio negativo en cuatro pruebas de alcohotest que le
hicieron. La presencia de los parientes y de una pareja de vecinos evitó que
siguieran maltratándolo mientras le ponían las esposas y lo trasladaron en la
cama de un pick una grúa se llevó el automóvil y retuvieron los documentos
personales del detenido y los del vehículo para dificultar la recuperación del
auto que iba con las ventanas abajo.
El
capturado salió libre el martes 8, pues los abusadores no pudieron demostrar el
delito, pese a que hasta obtuvieron orden de una jueza para hacerle prueba en
sangre. Los ofendidos prestaron declaración en una unidad de Policía que se
encarga del control de los procesos policiales a fin de alertar sobre los
abusos en contra de la población laboriosa. El caso demuestra que los
procedimientos y los procesos de cualquier otra índole son aligerados y
expeditos a favor de los privilegiados y que hacen fraude procesal para afectar
a las personas menesterosas, quienes deben pagar extorsión a los malvivientes
institucionales o son vejados con harto abuso, incluso sembrando pruebas, y
dentro de las bartolinas atestadas de focos de infección y ratas, les niegan la
comida, la ropa y los enseres de limpieza que las familias de los detenidos
pagan y les roban sus pertenencias incluyendo sus ropas y calzado.
Los
habitantes de las comunidades de nivel medio y más aún las carenciadas, son
amedrentados con hechos de abuso, sufren de indefensión, en medio de una maraña
de corrupción y una cadena de acontecimientos que afectan sus vidas, su seguridad
y sus proyectos de una vida mejor, en paz con las personas de bien.
Se
requiere que los integrantes del cuerpo policial actúen éticamente en el
cumplimiento riguroso de las obligaciones institucionales, su conducta debe
estar orientada al cumplimiento del deber con apego a la recta razón y la
moralidad. La sociedad entiende y espera que la Policía se encargue de velar
por el ordenamiento y la seguridad de los ciudadanos. Para su integridad como
cuerpo y como personas, cada uno de ellos debe comportarse en apego a las
normas de conducta que deben aplicar los encargados de velar por el
mantenimiento del orden público, de tal manera que los elementos no actúen
divorciados del cuerpo policial, pues deben trabajar profesionalmente unidos,
con imparcialidad, para ser dignos de portar el uniforme en servicio a la
nación.
El
policía de todo nivel debe ser fiel y respetar a la institución y al estado, a
las autoridades legales y reglamentarias, a las leyes y reglamentos, en bien de
la ciudadanía. El policía debe evitar y prevenir la violencia, portar el
uniforme correctamente y actuar pronto protegiendo a los ciudadanos contra la
violencia, robos y otros actos predatorios. Se gana la confianza apegado a las
leyes, y a la ética en situaciones concretas. Quien toma conciencia de la
responsabilidad de sus actos se apega a las leyes y las normas, es operativo al
efectuar las acciones correctas en tiempo y forma. El funcionario público debe
actuar con profesionalismo y honradez en el cumplimiento del deber, apegado a
las leyes y tratados internacionales, sin dilación, con corrección y sin
menospreciar a nadie. En cambio, el policía corrupto se aprovecha de la
oscuridad, del ocultamiento, de la fuerza, de la intimidación y de la
indefensión de sus víctimas para beneficio personal.
Falta
dar pasos concretos en contra de la corrupción y la impunidad, el respeto a los
derechos humanos, leyes y reglamentos justos y procedimientos correctos,
fomentar y difundir el respeto hacia las personas honradas, quienes sostienen la
economía nacional.
Santa
Ana, El Salvador, 13 de febrero de 2022.
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Jorge
Ismael García Corleto es escritor, preside la Asociación GATO para las Artes y
la Cultura, licenciado en Psicología, licenciado en Educación, master en
Educación Superior; y egresado de doctorado en educación.