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viernes, 24 de julio de 2020

DEL VETUSTO ABSURDO POLÍTICO A LA CORDURA SOCIAL

Jorge Ismael García Corleto
Ellos vivían y viven en un submundo, inmersos en lo más recóndito de lo telúrico, incluso actuaban bajo de agua, tenían arraigo en Xibalbá y seguían a sus ascendientes, los señores del mal. Tan similares eran a sus antecesores genéticos que bendecían las plagas y ellos mismos eran una plaga tan terrible que ni los virus, ni las langostas, ni los sunamis, ni los terremotos, ni la lava volcánica, ni las hormigas marabunta tenían más poder para arrasar que ellos.
      Atrapados en su locura, sintiéndose asintomáticos se sentían, hacían un énfasis tan marcado respecto a las patologías psíquicas de las nuevas generaciones, como siempre elucubrando sus ideaciones delirantes, como chismes sórdido difamatorios. Sin darse cuenta, en medio de su podredumbre, que ellos se habían vuelto comentaristas de la diatriba, exegetas del mal, en algunos enfatizado hasta la traición y decepción de quienes creyeron ser su pueblo.

     Ellos se han quedado fijados en su obsesión de poder y riqueza, que los condiciona a actuar con el instinto de su especie, que aprovecha la nocturnidad, y que no les deja actuar libremente ni en momentos sumamente difíciles. Con su tozudez, en la superficie que depredan se acelera la línea de contaminación, y después casi no hay cuerpo que resista y lo supere porque no todos somos Xbalanqué o su gemelo Hunahpú.
     Sus miradas de odio y ambición disparan dardos y rayos de inmundicia y contagio. Atacan las defensas escasas de aquellos millones de personas menesterosas que solo les sirven para succionarles la sangre y la vida.

     Actúan alevosamente y con extrema ventaja llamando a todas sus hordas salvajes a velar por sus intereses, pues la vida y la paz de la gente no les interesa nada, su peso en oro se mide por la rentabilidad que les deja una marejada de muertos.
     Se requiere nuevos rostros -oyeron decir, y se maquillaron para verse nuevos-, nuevas personas en las que se pueda confiar para que lleven bien las riendas de la comarca y sus aldeas escucharon-, y se aproximaron a sus víctimas con estrategia sibilina.

     --La vida de ellos no es importante, lo que interesa es la buena vida que nosotros llevamos –dijo el poder oscuro-. ¡Quiero una buena cuota de cadáveres, que mueran todos los que sea posible, apilen sus restos sin ceremonia, pues la carroña nos alimenta! Esta acumulación de occisos muertos con armas invisibles nos favorece. Lo importante para ellos no cuenta, lo valioso es lo que nos beneficie a nosotros, somos seres especiales, tan elevados somos que ellos ni haciendo torres de gimnasia pueden alcanzarnos.
     El clan del mal es tan intolerante y hasta en los demás ve las abyecciones que ellos mismos cometen en niveles desquiciados. Son tan representativos de la sordidez más absurda que nadie los quiere ni los respalda, pero ellos no necesitan de eso pues ajustan la realidad a su medida. Siempre actúan como opositores, detractores y apuestan porque la sociedad de la superficie falle. Tienen que morir más de 400 muchachos, sin ninguna buena voluntad, habituados al terror y la muerte a su alrededor, eso era extremadamente bueno. Óptimos para matar, aunque solo su familia los viera buenos.  No tienen mística, pero practican el ocultismo más aberrante.

     La mejor garantía para la vida es luchar contra la encarnación del mal, quienes en la oscuridad en que viven no ven más allá de si mismos, a su alrededor solo perciben lo contante y sonante, envilecerse es su constante y su nombre siempre será malsonante.
     Inolvidables engendros del mal y por el mal, que delinquen desde que el Arcángel Gabriel tuvo que expulsarlos. Mas cabe reflexionar. ¿Sirvió de algo la expulsión de Caín del paraíso? ¿Se libró la humanidad del mundo terrenal de que los apegados a lo material y al beneplácito de sus superiores que sea capaz de matar incluso a su familia?

     Se puede y se debe romper por primera vez con aquello que nos daña, ritardando: ralentizando, decelerando o acelerando: hay quienes lo harán poquito a poquito, andante, poco a poco, moderato, o galopante, bruscamente. Pero un paso llevará al otro.
     Tanto tener miles y millones a la vista los lleva a devorar con insano placer, ocultos del sol, sin día de guardar que valga. ¡Ah! ¡Qué bella les resulta la vida insana!

     Las peores pesadillas no son tan terribles como la realidad de sus torturadas mentes porque de-mentes así no es posible reponerse pronto y las huellas de su paso maligno quedan marcadas por los estragos que causan.
     No pronuncies palabras que sean verdad o sabiduría, odian todo aquello que haga reflexionar contra el mal y combatirlo, pues su submundo es de mentira y de aguas negras, se subvierte la ética, se tapa herméticamente sus tropelías y son tan hipócritas que rayan en el cinismo más exacerbado. Después se santifican en ceremonias y monumentos que cual construcciones propias de la etapa histórica del esclavismo costaron el sacrificio y la vida de generaciones. 

     Quieren acabar con toda autoridad política, civil, policial y militar, médica, administradores, académicos, científicos y técnicos humanizados, ingenieros, profesores, psicólogos, comunicólogos, escritores, poetas, actores, cantautores, y demás artistas y trabajadores del arte y la cultura, con toda persona que se interese y trabaje con empeño en el bienestar de esa población que en su mayoría hoy, como ocurrió con muchas generaciones pasadas, pone los muertos que contabilizan los soberbios señores Camé.

Santa Ana, El Salvador, 24 de julio de 2020.

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Jorge Ismael García Corleto es escritor, presidente de la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, licenciado en Educación, máster en Educación Superior y estudiante de doctorado en educación. Trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.

martes, 21 de julio de 2020

LA EMERGENCIA DE LA CORRUPCIÓN






Jorge Ismael García Corleto


     La corrupción es un acuerdo inmoral de mutuo beneficio particular, ilegal, entre corruptor y corrupto, es el uso y abuso del poder público para el logro de beneficios particulares, sectoriales o empresariales, que afectan el bien común o del pueblo.  Las prácticas de corrupción política atentan contra el bien común y la sociedad civil sufre con presidentes, magistrados, ministros, diputados, jueces, fiscales, directores, presidentes de instituciones autónomas, alcaldes, secretarios, dirigentes políticos, administradores, oficiales, directivos gremiales y otros que se benefician con el poder.


     La corrupción política preserva intereses sectarios y particulares que generan desconfianza en los espacios democráticos pues afecta las condiciones para vivir en democracia, como es el caso de la justicia, cuya aplicación sesgada y desigual permite que los sectores que gozan de privilegios efectúen atropellos que llevan a confrontaciones al interior de las naciones y entre ellas. Bajo el pretexto de que se debe contener el avance de ideas anárquicas o de nuevas dictaduras, la corrupción se infiltra en la administración pública. La cultura antidemocrática que se mantuvo durante varias décadas impuso a los gobernantes mediante golpes de estado o a través del fraude electoral. Aun cuando los usurpadores o los fraudulentos ingresaran a los espacios de saqueo con un buen caudal económico, cuando salían del ejercicio activo del poder político, sus condiciones de vida habían mejorado en extremo mediante el enriquecimiento ilícito. Estas prácticas estaban y están generalizadas, por lo que gobernantes de algunos países latinoamericanos han enfrentado la justicia y dejado el poder ante evidentes signos de corrupción contra el erario.


     Los políticos sufren las consecuencias de su propia corrupción, observable en la falta de confianza de la gente hacia los partidos, pues la sociedad civil percibe que los políticos y sus allegados se han beneficiado indebidamente y que actúan con total impunidad. La legislación imperante en algunos países latinoamericanos, determina que los partidos son los únicos instrumentos para acceder al poder político, pero si tales instrumentos están viciados, no contribuyen a fortalecer la democracia. En el caso de El Salvador, la experiencia reciente de diputados independientes ha llevado a señalamientos de que se someten a los planes de alguna fuerza política poderosa que favorecen su actuar egoísta.


     La percepción negativa crece con el ofrecimiento de plataformas políticas para dar soluciones a problemas del país que suelen quedar en el olvido, pero si llegan a ejecutarlas lo hacen de manera deficitaria, porque las estructuran desde el escritorio, sin llegar a la base de la injusticia social.  El combate de la corrupción política debe ser realista y con sentido ético y ninguna fuerza política ni social debe abstraerse de ello. El fortalecimiento de la sociedad civil lleva a robustecer el sistema democrático. Los gobiernos deben operar con transparencia, rindiendo cuentas de sus actos y facilitar la información sin restricciones; de los gobiernos se requiere tolerancia mientras de la sociedad civil se exige participación y una actitud constructiva y propositiva. Los partidos políticos deben reconocer el nuevo talento humano y renovar el liderazgo para democratizarse.


     Los gobiernos, elegidos para representar al pueblo y velar por el desarrollo de las naciones, están obligados a cumplir la normatividad ética, para que la conducta de sus funcionarios sea efectiva, transparente y legitimada por la opinión pública. Por tanto, urge actuar de manera práctica para frenar y erradicar este problema. No se trata de hacer señalamientos infundados para dirigir la atención a otros y actuar corruptamente con impunidad. Tampoco es justo ver la corrupción en otros y no ver la propia o la de los propios. Se debe castigar, ejemplarmente, a los funcionarios involucrados en actos de corrupción política, frenando las condiciones para que proliferen otros tipos de corrupción, situación que inhibe el desarrollo de los pueblos que toleran actos corruptos que minan los valores éticos y morales de las sociedades.


     La corrupción política es visible, real, envolvente y progresiva; actúa desde las cúpulas, inhibe el desarrollo social, debilita la institucionalidad, hace que se desconfíe de la dirigencia, erosiona la formación de valores ciudadanos y lleva a la expansión y consolidación de otras formas de corrupción administrativa y económica y se desprotege al pueblo, por lo que se debe actuar éticamente para la sobrevivencia de la democracia. La educación es la vía para revitalizar los valores morales, cívicos y espirituales de la persona y avanzar hacia un mundo más humano y más justo, en donde se imponga la cultura de la transparencia y la honestidad.


     Quienes encarnan la antítesis de la humanidad y de la sabiduría, engolados en su falsa prestancia, como los diputados, los magistrados, los fiscales, los defensores de los derechos humanos, los jerarcas de las iglesias, los comunicadores, los “analistas políticos” prepago, los académicos que antes tuvieron mártires comprometidos con las necesidades de los pobres y que ahora sirven a los intereses neoliberales, al mercado, a los grandes empresarios, a ídolos sacados del averno y al dios capital, solo ven una emergencia económica en El Salvador y no una emergencia sanitaria.


     El Salvador puede seguir enfrentando amenazas, minimizando las afectaciones, si el poder ejecutivo cuenta con los medios materiales y los apoyos humanos necesarios. Pero esa posibilidad es violentada y los derechos de la población se ven vulnerados cuando los tomadores de ese tipo de decisiones, aquellos que actúan de manera voluntariamente ignorante, caprichosa e interesada en su bienestar sectorial o particular, niegan que aquí ocurra la emergencia sanitaria declarada en todo el planeta.


     En consecuencia, cabe esperar que quienes están señalados por captar cuantiosas prebendas y rechazan tomar una decisión favorable a la vida y la salud de los salvadoreños, por proteger intereses de poderosas mafias económicas, comprendan que son y serán responsabilizados por la mortandad de la pandemia incontenible, por cuanto el poder ejecutivo ha sido privado de las herramientas legales y económicas para el manejo de integral de la situación.


 


Santa Ana, El Salvador, 30 de junio de 2020.


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Jorge Ismael García Corleto es escritor, presidente de la Asociación GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, licenciado en Educación, máster en Educación Superior y estudiante de doctorado en educación. Trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana.