Ismael
García C.
Los
avances en términos de mejoras del sistema educativo no son instantáneos ni fáciles
de lograr en el diario accionar de los componentes del sistema ni siquiera a
nivel microcurricular del aula, sobre todo cuando se trata de hacer grandes
reformas educativas que den la preponderancia que se merecen a los aspectos
curriculares. Por experiencia en el contexto nacional sabemos que, por lo
general, cuando el Estado ofrece la educación, experimenta carencias diversas y
frecuentes, en consecuencia, trabajar bien a pesar de las carencias es de sí
bastante admirable.
Todos
los que trabajan en el aparato estatal y en relación con los intereses de la
población -y no solo los docentes como generalmente se piensa-, son los
responsables de echar a andar las nuevas propuestas o nuevos modelos educativos,
desde sus respectivas áreas, cualificaciones y experiencias. Esto implica que además
de los administradores y los docentes se necesita que los usuarios del sistema
y sus grupos de apoyo familiar comprendan la importancia que tiene su decidida
participación en los procesos, en procura de mejorar los servicios educativos y
alcanzar mejores resultados.
Por lo
tanto, decepciona no contar con la comprensión y el apoyo de algunos grupos
familiares que suelen quejarse de las instituciones y del personal que atiende
a sus hijos sin garantizar que quienes están a su cuidado en el seno familiar
–aun si la familia está desintegrada o si es disfuncional- requieren también de
su orientación formativa y un buen modelaje ético independientemente de las
condiciones socioeconómicas y, además, se requiere de su vigilancia o
acompañamiento para que los estudiantes se apliquen a su aprendizaje y a sus
tareas escolares. Sin embargo, esto no significa que la familia deba mantenerse
ajena al señalamiento de aquello que no bien, pensando solamente en el
beneficio de sus hijos y de sus allegados.
Muy triste
es no contar con la plena participación de los estudiantes, posiblemente debido
a las innumerables distracciones que están a su alrededor y a la pérdida de
confianza en que estudiar aportará a su éxito futuro, y sabiendo que grandes
cantidades poblacionales emigran hacia países desarrollados, en su mayoría
enfrentando riesgos que pueden tener desenlace fatal. A esto hay que agregarle que
las personas de poca edad ven el porvenir muy lejano.
Pero es
más desmotivador que algunos docentes trabajen haciendo el menor esfuerzo
posible y a destiempo, que suelen vivir desinformados pese a reuniones,
circulares y uso de recursos web, sin actualizarse respecto de los saberes que
corresponden al ejercicio docente, que se muestren muy carentes de ánimo
laboral. Esto es muy comprensible cuando el limitado aporte del profesional de
la docencia se debe a enfermedades orgánicas o a factores psicosociales que se
vinculan a desmotivación, a estrés laboral, a síndrome de burnout, y otros. Y
vale la pena destacar esto pues se debe contar con mayor atención a la salud de
los mentores. Generalmente, para ellos y para los padres de familia, se
programan muchas conferencias y charlas profesionales y otras no tan
profesionales bien intencionadas, pero que resultan de programaciones de
gabinete descontextualizadas y que le
roban a las instituciones muchas horas de clases. Hay en el sistema personas a
quienes les cuesta comprender que los avances son necesarios, que no se trata
de seguir con las mismas prácticas del pasado si estas ya son anacrónicas, o
aplicar procedimientos excelentes de países poderosos si están
descontextualizados en nuestra región o en nuestro país.
También
existen personas que no ven los avances que se realizan probablemente porque ya
se desensibilizaron hacia la observación del medio que para ellos es parte de
una rutina poco estimulante, ven lo mismo casi a diario que y poco a poco van
perdiendo la capacidad de asombro o en el peor de los casos es porque padecen porque
padecen de algún tipo de miopía ideológica o patológica.
Hay
quienes nunca tienen iniciativas propias y cuando otras tienen ideas y
proyectos que se vuelven exitosos se suben en el caballo cuando pasa al trote,
para que se les vea como parte del equipo colaborador, otros solo se dedican a
criticar, unas cuantos a obstaculizar y otros viven como en permanente
catatonia o flexibilidad cérea.
A
quienes creemos en la importancia de los cambios, en trabajar por el beneficio
de las mayorías, no nos detiene la displicencia, la desidia, el escaso
dinamismo hacia el rumbo correcto que demuestran aquellos que no tienen visión
de mejora y frenan el avance de los cambios.
Tampoco
nos desanima que la atención a los recursos que necesitamos nos deje por lo
general al margen o para después, aunque pases décadas. Esto porque creemos que
los grupos familiares y, en especial los estudiantes, deben contar con espacios
institucionales adecuados, higiénicos, amplios, ricos en recursos educativos,
aun y cuando se enfrenten carencias y desactualizaciones o deterioros en el
acondicionamiento de las aulas, de los talleres, de los laboratorios, de los
centros de cómputos, de las canchas deportivas. Y debe recalcarse que esto no
solo ocurre por las dificultades y carencias que padecen todas las
instituciones que atiende el ramo de educación a nivel nacional, sino también
porque los directivos en los niveles de toma de decisión económica a nivel
mesocurricular, procrastinan, rutinariamente, las necesidades de los sectores
que son vistos como simples obreros del mañana.
Cabe
esperar que los empujoncitos que damos, no solo sean una pequeña cuota más para
la imagen de quienes se suben al caballo que va de paso, sino que les recuerden
que si nosotros pudimos a un nivel más bajo de la jerarquía institucional y con
mayor limitación de recursos, otros deben comprender que ellos pueden hacer aún
mucho más de lo que sí hacen, si en función de la equidad no se olvidan de los sectores
que siempre nos quedamos esperando apoyo. Y es necesario recordar que no es
culpa de quienes trabajan en servicios educativos que tengan más necesidades
presupuestarias en función de equipamientos como maquinaria y herramientas, que
requieren mantenimiento, y mucho material gastable, a diferencia de los que requieren
menos recursos tangibles para trabajar.
Santa Ana, 09 de
febrero de 2020
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Jorge Ismael García Corleto es escritor, presidente de la Asociación
GATO para las Artes y la Cultura, licenciado en Psicología, Licenciado en Ciencias
de la Educación, Master en Educación Superior y estudiante de tercer año de
Doctorado en Educación; trabaja en la docencia en el Centro Escolar INSA y en
la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador, en
Santa Ana.