Jorge
Ismael García C.
La
pandemia de COVID-19 agudizó la crisis económica, afectó hasta a 1.600 millones
de alumnos al cierre de las escuelas, incrementó la crisis educativa y la
desigualdad en la educación. La pandemia aumentó los factores de riesgo de afecciones
mentales, las desigualdades en el acceso a servicios de salud mental y al apoyo
psicosocial.
Circunstancias
prolongadas contra la integridad personal –violencia, pobreza y falta de
oportunidades. El maltrato a los estudiantes o entre los estudiantes, consumo
de sustancias psicoactivas como tabaco, alcohol y otros, el aislamiento social,
la pobreza y el temor de que se conozca su malestar emocional afectan la salud
mental.
Los eventos
súbitos rebasan las capacidades de adaptación de la persona y pueden causar
mayores efectos negativos en la niñez o en la adolescencia. Los hechos
violentos en el colegio, en sus alrededores, en la familia o la comunidad, las
catástrofes, el deceso o enfermedad grave de amigos, familiares o maestros,
pueden afectar la salud mental.
Un
programa integral de salud mental y apoyo psicosocial en la escuela, que
incluya desarrollo de capacidades de los educadores y programas y servicios que
presten apoyo, tributa a mejorar el rendimiento académico. Implica aprendizaje centrado en el estudiante,
la acción participativa comprometida de aprender a aprender con buenos
resultados, metacognición y protagonismo, retiene estudiantes, reduce la violencia
contra los pares o autolesiones, mejora la salud mental y el bienestar
psicosocial.
Se debe
adquirir estrategias que prevengan afectaciones a la salud mental. La
institución educativa puede compensar desigualdades y problemas en el contexto
familiar y sociocultural adverso, aportar seguridad para afrontar: pérdida,
temor, angustia y violencia. La estabilidad, la organización y la colaboración,
promueven habilidades interpersonales positivas, identidad, autoestima,
pertenencia y participación social, esperanza y alivio ante las crisis y las
adversidades, permiten expresar emociones y aliviar el estrés.
De
acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la salud mental puede ser
afectada por factores inherentes a la persona y su entorno. Aporta a la salud
mental:
•
Reconocer las emociones. Se indaga el sentir de los estudiantes para que reconozcan sus emociones y que expongan las
causa, no se les juzga y se les da un mensaje positivo.
• Actitud
positiva. Se potencian la alegría, al optimismo y el reconocimiento. Se señalan
los problemas en su justa dimensión acompañados de propuestas de solución y apoyo.
•
Cuidar la salud física y la salud mental. Nutrición balanceada, tiempo libre y
ejercicio físico; evitar adicciones; disfrute estético, estudio, pensamientos
positivos y dormir bien.
• Buenas
relaciones interpersonales y vida social. Permiten identidad, apoyo mutuo.
•
Desarrollar un sentido y propósito de la vida. Se les motiva a lograr metas y
superarse.
• Meditación
y relajación. Meditar es respirar con tranquilidad, liberarse de ideas y
emociones generadoras de estrés y malestar. La relajación libera la tensión corporal.
Plan de bienestar para la seguridad y al cuidado de la
salud mental.
Nivel
1. Crear comunidad educativa: Genera vínculos entre sus miembros, crea una red
de convivencia y cuidados que promueve las relaciones sanas de respeto, cuidado
y valoración de cada quien en la comunidad educativa, ayuda a sentirse bien. Se
detecta potenciales situaciones de maltrato. Se aprende a identificar asimetrías
y riesgos.
Nivel
2. Educar en competencias socioemocionales. Se orienta en salud mental, con respeto
y apoyo a los afectados. Implica: estrategias positivas de autocuidado y de
cuidado a otros, se acompaña al alumnado en la gestión de sus emociones,
regulación de su conducta, manejo del
estrés, constancia, resiliencia, afrontar sufrimientos y retos, tener metas
personales y académicas, y alternativas ajustadas a sus posibilidades, habilidades
de relación como hacer amistades
y mantenerlas, interrelaciones saludables, comunicación asertiva con respeto,
solicitar ayuda, resolver conflictos, participación, trabajo en equipo y liderazgo
democrático. Tejer redes de cuidado mutuo, desarrollo de la autoconciencia. El alumnado descubre sus valores,
necesidades, emociones, pensamientos, sesgos, intereses, afirmación consciente de
su identidad y su autoestima, conciencia social y ética –que lleva al encuentro
y la empatía, respetando y valorando perspectivas diversas-, desde sus
fortalezas, de sus potencialidades, el análisis de información comprobable y
prever las consecuencias se mentaliza para la mejora.
Nivel
3. Prevención secundaria. Se sensibiliza a la comunidad educativa -alumnado, profesorado, personal no docente y familias-,
a conocerse e integrar una red de convivencia que sigue protocolos de actuación para detectar
malestares y descontentos: conflictos entre pares, acoso, autolesiones,
trastornos de la conducta alimentaria (TCA), absentismo, depresión e intentos
de suicidio, y se activa acciones remediales en coordinación con la red de
educación y salud. Se sigue y comparte rutas
de atención en salud mental.
Nivel 4. Intervenir en
crisis y postvención (respuesta y atención a las personas
afectadas tras un intento de suicidio o muerte por suicidio). Intervenciones
ante crisis de la comunidad educativa para reparar el dolor. Se cuida el entorno, se ayuda a
superar la crisis y el impacto generado, así como evitar futuros intentos de
suicidio.
CONCLUSIONES
Una
integración efectiva de la salud mental en las escuelas aporta a: mejorar
resultados educativos, aprender sobre salud mental, aprendizaje socioemocional,
identificar alumnos en riesgo y gestionar apoyo interno y con la red de salud,
minimizar las probabilidades de dificultades de salud mental más graves.
La
escuela debe organizar sus actuaciones y diseñar planes preventivos, con apoyo
de la red interna y de las instituciones de salud y asistencia social, pero
también debe dotar al alumnado de recursos personales para mantener una
relación equilibrada y sana consigo mismos y con los demás con provención,
evitando perjuicios mediante la preparación de las personas y los grupos en las aptitudes
necesarias para afrontar conflictos.
Los planes
de manejo de crisis de la salud mental deben tener sistemas de detección
compartidos por la comunidad educativa, para cuidarse y detectar situaciones de
malestar; deben contar con apoyos y recursos del entorno para responder a los
problemas del alumnado, y ofrecer un entorno adecuado para que su socialización
en la escuela se convierta en un verdadero factor de protección de su salud
mental.
Referencias
-Cacho Becerra, Z. V., et. Al. (2019). El
desarrollo de habilidades sociales como vía de prevención y reducción de
conductas de riesgo en la adolescencia. Transformación, 15(2), 186-205.
-De Vicente Abad J. (2021) Convivencia
restaurativa. Madrid: SM.
-Fragoso, T. M., & Moreno Coutiño, A. (2021).
Salud mental en niños y adolescentes: Un estudio exploratorio basado en la
atención plena compasiva. Psicología y Salud, 32(1), 105–114.
-Organización Mundial de la Salud. (2013) Plan de
Acción sobre Salud Mental 2013-2020. Ginebra, Suiza.
-OMS (2014). Salud para los adolescentes del mundo:
una segunda oportunidad en la segunda década: resumen.
-Villascuesa Alejo MI. (2021) Convivencia en la
escuela inclusiva. Inclusión: acciones en primera persona. Barcelona: Graó.
Santa Ana, El
Salvador, 12 de mayo de 2023
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Jorge Ismael García
Corleto es escritor, preside la Asociación GATO para las Artes y la Cultura,
licenciado en Psicología, licenciado en Educación, master en Educación
Superior; candidato a Doctor en Educación. Trabaja en el Centro Escolar INSA y
en la Universidad de El Salvador.